De la naturaleza, al plato

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

El Medio Ambiente

Mientras la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios +2 arranca en Roma, el número de personas que necesitan ayuda alimentaria urgente y vital aumenta a un ritmo alarmante. Según un informe mundial sobre las crisis alimentarias de la FAO, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda aumentó hasta los 258 millones en 58 países en 2022.

Como destacó el Secretario General de la ONU, António Guterres: 

“La guerra en Ucrania ha agravado problemas que llevaban años gestándose: la degradación del clima; la pandemia de la COVID-19; la recuperación profundamente desigual”. 

Una guerra, la lenta recuperación de la recesión inducida por la pandemia, perturbaciones climáticas (como inundaciones, sequías y olas de calor que afectan a múltiples regiones del mundo), alzas en los precios de la energía, los alimentos y los fertilizantes... estas crisis interconectadas están agravando la inseguridad alimentaria.  

La Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios nos recuerda que las transformaciones de los sistemas alimentarios ya han empezado a producirse, pero que aún queda una brecha de implementación por cerrar. ¿Cómo podría contribuir un enfoque centrado en la naturaleza? 

Las perturbaciones climáticas, una pandemia y los conflictos armados han ejercido una enorme presión sobre los sistemas alimentarios mundiales. Fotos: PNUD Pakistán / Shahzad Ahmad (extrema izquierda), PNUD Somalia (centro izquierda), PNUD PAPP / Abed Zagout (centro derecha), y PNUD Yemen / Oleksandr Ratushniak (extrema derecha)

Diversificar nuestros sistemas alimenticios

Los conflictos siguen siendo la principal causa de inseguridad alimentaria. Mientras los efectos de la guerra en Ucrania se extienden por todo el mundo, los riesgos de depender de un sistema alimentario cada vez más globalizado son evidentes. En 2021, la Federación Rusa y Ucrania se situaron entre los tres principales exportadores mundiales de trigo, cebada, maíz, colza, aceite de colza, semillas de girasol y aceite de girasol. 

Sin embargo, la homogeneización de los hábitos de consumo alimentario hace que el mundo dependa para su alimentación de un limitado número de cultivos procedentes de un limitado número de lugares. Solo tres cultivos de cereales -arroz, maíz y trigo- proporcionan el 60 % de nuestra ingesta calórica mundial.

Aunque el comercio mundial y regional desempeña un papel importante en la reducción de la pobreza, las elevadas concentraciones de cultivos exportados por un pequeño número de empresas o países provocan una mayor volatilidad de los precios y torna a las personas pobres más vulnerables. 

Dado que solo tres cultivos de cereales proporcionan el 60 % de nuestra ingesta calórica mundial, las alteraciones en los sistemas alimentarios son aún más pronunciadas. Fotos: PNUD Sudán / Ahmed Almubarak (izquierda) y Shutterstock (centro y derecha)

Hay que abordar las causas profundas de la inseguridad alimentaria para lograr una transformación permanente hacia un futuro alimenticio resiliente. La manera de responder ante los desastres en países como Ucrania deja claro que cuando llega una crisis es demasiado tarde para actuar. 

Egipto, por ejemplo, dependía de la región del mar Negro para el 85 % de sus importaciones de trigo, lo que provocó una grave escasez de alimentos cuando comenzó la guerra en Ucrania. 

Las respuestas a las repetidas crisis de los sistemas alimentarios no pueden ser parciales: un problema complejo requiere un pensamiento complejo para alcanzar una solución. El PNUD ha reunido a un amplio Equipo de Trabajo Integrado (ITT, por sus siglas en inglés) para trazar el rumbo de una transformación de los sistemas alimentarios mundiales ante las crisis.

La complejidad del reto queda demostrada por la amplia composición de la ITT del PNUD, con personal de la dirección de Prevención de Crisis y de Recuperación, el equipo de Sistemas de Productos Básicos Alimentarios y Agrícolas (FACS, por sus siglas en inglés), el equipo de Reducción del Riesgo de Desastres, el equipo de Climate Change Adaptation (adaptación al cambio climático), así como expertos del nexo entre la acción humanitaria, la asistencia para el desarrollo, la consolidación de la paz, el crecimiento inclusivo y la gobernanza.

Proteger la naturaleza para un futuro con seguridad alimentaria

El vínculo entre una naturaleza saludable y unos sistemas alimentarios prósperos fue uno de los temas centrales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) celebrada en Montreal (Canadá) en diciembre de 2022. Los sistemas alimentarios y agrícolas productivos dependen de la naturaleza, de la riqueza de la biodiversidad y del funcionamiento de los ecosistemas. 

La diversidad biológica permite disponer de alimentos nutritivos; proporciona agua dulce de calidad; brinda protección ante los riesgos naturales; regula las enfermedades infecciosas y la calidad del clima y del aire; y proporciona medicinas, madera, fibra y combustible. 

Pero, al mismo tiempo, la agricultura es uno de los principales contribuyentes del cambio climático por las emisiones de gases de efecto invernadero que genera. La destrucción de hábitats naturales para dar paso a la expansión agrícola es uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad y de los servicios ecosistémicos. 

La expansión agrícola, que provoca la pérdida de hábitats naturales, junto con la producción ganadera, contribuyen enormemente al cambio climático y fueron objeto de debate en la COP15. Fotos: Shutterstock (izquierda y derecha) y ONU / Evan Schneider (centro)

El uso excesivo de fertilizantes químicos y sintéticos para aumentar el rendimiento de los cultivos puede contaminar el agua dulce, provocar la propagación de algas tóxicas, poner en peligro la salud humana y amenazar la futura seguridad alimentaria.

De los 540.000 millones de dólares de los Estados Unidos (USD) anuales destinados a las subvenciones públicas otorgadas a los productores agrícolas, el 87 % distorsionan los precios o son perjudiciales para la naturaleza y la salud. 

Para que los sistemas alimentarios sean más sólidos, hay que acelerar las prácticas que reducen nuestro impacto negativo en el medio ambiente, al tiempo que apoyamos a los productos alimentarios locales valiosos, diversos, tradicionales y nutritivos. De hecho, los enfoques basados en la naturaleza que consideran plenamente todo el ecosistema y adoptan una visión a más largo plazo, deberían aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y ayudar a protegerlos contra alteraciones en el comercio y el clima. 

Una tierra brava: el caso de Cuba

El cambio es posible, y la experiencia de Cuba lo demuestra. Este archipiélago caribeño se considera uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo. 

A pesar de 60 años de aislamiento y penurias causadas por los embargos económicos, Cuba ha convertido el reto de la degradación del suelo en una oportunidad. 

Después de que dos huracanes azotaran a Cuba en 2008, devastando la región de Pinar del Río, el gobierno introdujo una política para reactivar el paisaje devastado e improductivo. Ante la falta de insumos agrícolas importados, se promovieron métodos agrícolas sostenibles de bajos insumos. 

Paralelamente, una alianza piloto a nivel nacional sobre gestión sostenible de la tierra, financiada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), catalizó el cambio de los monocultivos de altos insumos a métodos orgánicos de bajos recursos para el cultivo de diversas cosechas y la cría de ganado. 

Onay Martínez Díaz fue uno de los 12.000 agricultores que participaron en la iniciativa. Hoy, aplica principios como el abono verde, el acolchado, los biofertilizantes, los bioplaguicidas, los cultivos intercalados y la agrosilvicultura mixta en su plantación ecológica de 22 hectáreas llamada "Tierra Brava". 

 

Foto: PNUD / Midori Paxton

"Tengo millones de insectos y gusanos trabajando para mí", explica Onay. "Me considero más un administrador de ecosistemas que un agricultor".

Ahora cosecha una amplia variedad de cultivos, como la guanábana -un fruto caribeño bien adaptado a las condiciones climáticas locales- y siete variedades de mango. Las diferentes épocas de recolección permiten a Onay abastecer a varios mercados durante períodos mucho más largos a lo largo del año. 

En toda Cuba, estas prácticas se han aplicado en más de 15.000 hectáreas de tierra en sitios de prueba para luchar contra la desertificación, detener la deforestación y restaurar los suelos degradados. Los ingresos de los productores de alimentos se han duplicado como mínimo en los lugares de experimentación, haciendo que los sistemas alimentarios sean más resilientes y mejorando la eficiencia en el uso del agua hasta en un 70 % en algunos casos. 

Las prácticas agrícolas de Onay Martínez Díaz, como el abono verde, el acolchado, los biofertilizantes, los biopesticidas, los cultivos intercalados y la agrosilvicultura mixta, se han adoptado en todo el país. Fotos: PNUD / Midori Paxton

El nexo entre la biodiversidad y los sistemas alimentarios

Alinear los sistemas alimentarios con soluciones basadas en la naturaleza mejorará tanto la salud humana como los medios de subsistencia. Como señala la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de Roma, tenemos una oportunidad única y urgente de hacer frente a las crisis alimentarias que tenemos frente a nosotros. Esto requiere soluciones integradas a largo plazo y no parches a corto plazo, lo que a su vez contribuirá -más que la mayoría de las demás opciones- a la mitigación del cambio climático y a la adaptación al mismo. 

La incorporación de la biodiversidad y la diversidad genética a los ecosistemas hará que los sistemas alimentarios sean más resilientes y puedan soportar mejor las crisis, las plagas, las enfermedades y otras perturbaciones a largo plazo. Si hay una lección que podemos aprender de nuestro mundo natural, es cómo imitar la notable resiliencia de la naturaleza y su capacidad de adaptarse a los choques a corto plazo, para evolucionar y prosperar en el futuro. 

Fuente:

 
 

Agosto, 2023

El Medio Ambiente