La defensa de Los Dinamos, el bosque que cobija al último río vivo de la Ciudad de México
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”
El Medio Ambiente
En el bosque de la Cañada de Contreras, ubicado al suroeste de la capital mexicana, es posible encontrar 780 especies de plantas, 194 vertebrados y 74 de hongos, 48 de ellos son endémicos.
Esa zona forestal forma parte de la cuenca del río Magdalena, considerado el sistema de escurrimiento en mejor estado de conservación de la Ciudad de México; provee cerca de 21 millones de metros cúbicos de agua al año.
Pobladores de la zona crearon la Asamblea Popular Resistencia Atlitic para impedir que una empresa inmobiliaria desarrolle un parque en las 113 hectáreas del predio conocido como La Cañada. La compañía asegura que su proyecto busca conservar el bosque; pero la gente de la zona desconfía y teme que sea un paso para privatizar el lugar.
Cuando era niña, a Claudia Bernal le fascinaba rodar desde lo alto de las colinas verdes que había en el predio conocido como La Cañada. La sombra de los árboles caía en el suelo de esa área que marcaba la entrada al Bosque de la Cañada de Contreras, uno de los últimos ecosistemas con gran variedad de especies en la Ciudad de México. Ahora, a sus 30 años de edad, Claudia es una de las jóvenes que defienden al bosque y al río Magdalena y se oponen a un proyecto impulsado por la inmobiliaria Grupo Frisa.
El bosque de la Cañada de Contreras, más conocido como Los Dinamos, se ubica en el pueblo originario Magdalena Atlitic, en la alcaldía Magdalena Contreras, al suroeste de la Ciudad de México. Tiene una superficie de 3100 hectáreas que fueron decretadas en 1932 como Zona Protectora Forestal; 77 % de ese territorio es propiedad comunal. En toda esa área boscosa, clasificada como suelo de conservación, hay pequeñas cascadas y arroyos que desembocan en la cuenca del río Magdalena, el último afluente vivo y saludable de la Ciudad de México.
Claudia recuerda con nostalgia ese terreno conocido como La Cañada que ahora está en disputa entre comuneros y habitantes del pueblo originario con Grupo Frisa, cuyos representantes aseguran contar con la escritura que avala a la empresa como propietaria, desde 1968, de 113 hectáreas de esa área forestal que forma parte de la exhacienda La Cañada. Los comuneros de Magdalena Atlitic reclaman que ellos tienen documentos virreinales que los acredita como dueños.
Desde hace décadas, el predio La Cañada es utilizado por integrantes del Comité de Comerciantes de la Cañada; venden comida, alcohol, ofrecen atractivos como renta de caballos y tienen montada una feria con juegos mecánicos. En esa área, el número de árboles disminuye y el suelo luce erosionado.
El origen de la defensa
El conflicto por el predio La Cañada comenzó en junio de 2021, cuando autoridades del Gobierno de la Ciudad de México desalojaron a varias familias que vivían en la exhacienda La Cañada, según un documento compartido por los pobladores. Se trataba de un edificio declarado por el INAH como monumento histórico que fue derribado por personal de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) sin previa autorización.
“A los 15 días aproximadamente empezamos a ver letreros de Grupo Frisa con su proyecto de Parque Natural La Cañada”, cuenta Claudia Bernal. Esa fue la primera alerta roja para los comuneros y los habitantes del pueblo originario de la Magdalena Atlitic.
Al desconfiar de los planes de la compañía inmobiliaria y considerar que la intención real es privatizar los recursos naturales, ese mismo mes, los pobladores conformaron la Asamblea Popular Resistencia Atlitic. Sus integrantes reclaman que ni las autoridades o la empresa han presentado a la comunidad el proyecto y, por lo tanto, tampoco se les ha consultado. “La consulta nunca la han hecho”, reclama Tomasa López, de 69 años de edad y quien es parte del pueblo originario.
José Sacramento, artista plástico y uno de los 1779 comuneros de Magdalena Atlitic, explica que el proyecto de Frisa fue anunciado por Sedema en 2021 como una acción colaborativa entre sector privado, público y comunitario. Eso, señala Sacramento, no ha sido así y recuerda que desde hace dos años ya hacían mediciones para la construcción del parque que, en ese entonces, era promocionado por el despacho de arquitectura Taller 13.
Integrantes de la Asamblea Popular Resistencia Atlitic cuentan que el año pasado, tras el derrumbe de la exhacienda, circuló un documento firmado por Daniela Rivera Torres —hija de Carlos Rivera Torres, presidente del consejo de administración de Grupo Frisa— , tres comerciantes que no son reconocidos como representantes del pueblo de la Magdalena y, como testigo de honor, Rafael Obregón Viloria, actual director del Sistema de Áreas Naturales Protegidas y Áreas de Valor Ambiental de Sedema.
Comuneros y habitantes del pueblo originario insisten en que no se realizó una consulta general y la empresa solo se acercó con los comerciantes.
En entrevista con Mongabay Latam, Raúl Alfaro Segovia, representante de Relaciones Públicas de Grupo Frisa explicó que, debido a que la empresa es dueña del predio La Cañada, solo tiene la obligación de acercarse con los comerciantes que ahí trabajan, con quienes, afirmó, de 2019 a 2021 mantuvieron reuniones de “entendimiento y negociación”. De esas pláticas surgió el acuerdo firmado que identifica como “acta de nacimiento” del parque. Aseguró que, independiente al proceso de diálogo con los comerciantes, hubo otras reuniones donde participaron personas de la comunidad.
Rafael Obregón, de Sedema, apoya la postura del representante de la empresa y aplaude la firma del primer documento. “Se generó todo un proceso de concertación (…) y generaron ese documento que se volvió famoso en la zona; es el primer acuerdo entre el comercio realmente existente en el sitio y los dueños… lo cual yo lo veo como un honor, porque finalmente pocas veces se puede ser observador de un proceso de conciliación”, declaró en entrevista.
El funcionario reconoce que existe un marco jurídico para realizar las consultas de los pueblos originarios, que en este caso no se realizó, pero argumenta que “las autoridades del pueblo de la Magdalena están en reconstrucción de su gobernabilidad y todavía no tienen autoridades conforme a la ley, no se han conformado como pueblo tradicional, aunque lo sean”.
El proyecto de Frisa
Raúl Alfaro Segovia, de Grupo Frisa, menciona que el parque opera de forma conceptual desde el 21 de marzo de este año. En los árboles del espacio hay carteles con el logotipo del parque y mensajes que invitan a cuidar el río y a no tirar basura. Entre los objetivos que tiene el proyecto están la rehabilitación socioambiental del bosque y del río. Además, contener el crecimiento de la mancha urbana y de los asentamientos humanos que generan tala en el bosque que, ante la falta de drenaje, descargan sus desechos en el río.
Otro de los objetivos, asegura Alfaro, es ordenar el comercio: “Nadie de los que trabajan en la Cañada se va a quedar sin fuente de ingresos (…) se van a generar espacios dignos y salubres para los comerciantes”. También buscan crear una cooperativa administrada por los comerciantes. Y asegura que, más allá de los espacios que se crearán para los vendedores, no se tiene contemplado realizar alguna otra construcción dentro del predio.
El proyecto inicial, realizado con Taller 13, incluía la construcción de un museo, un auditorio, humedales y un mirador. El representante de Frisa asegura que ese plan ya se canceló y que ahora solo establecerán un programa de educación ambiental a través de senderos interpretativos y trabajo en conjunto con las escuelas públicas y privadas.
Horacio Bonfil Sánchez, consultor ambiental del proyecto de Frisa, detalla que también se busca destinar el predio como Área de Valor Ambiental ante Sedema y como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación ante la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). El biólogo asegura que en dos meses presentarán de manera formal el proyecto ante las autoridades.
Hasta el 25 de mayo, destaca Bonfil Sánchez, toda la inversión en el proyecto del parque ha sido privada. “No hay un peso de dinero público”.
Bonfil Sánchez reconoce que Grupo Frisa no tiene concesión de agua del río Magdalena para proveer a los comerciantes. “Se tiene que ver cómo proveer el agua, estamos trabajando en ello (…) cosechas de agua de lluvia, pipas; eso lo estamos trabajando con el gobierno de la Ciudad de México”.
El último río vivo de la Ciudad de México
La cuenca del río Magdalena es la única de la Ciudad de México por la que corre agua de manera permanente todo el año, es el único río que no está entubado y ayuda a la recarga del acuífero del Valle de México: provee cerca de 21 millones de metros cúbicos al año. Además, es considerado por investigadores y el gobierno de la capital del país el sistema de escurrimiento en mejor estado de conservación.
El doctor en biología Enrique Arturo Cantoral, quien ha estudiado la zona desde hace 20 años, explica que la parte más baja de Los Dinamos, llamado así por las antiguas fábricas textiles donde se generaba energía eléctrica a partir del agua, hay encinos (Quercusspp); en la parte intermedia hay bosque de oyamel (Abies religiosa), y en la parte más alta, la más conservada, hay bosque de pino (Pinus Hartwegii).
“Ahí nace el río Magdalena y surge gracias a esa vegetación que estoy describiendo”, explica. El agua —menciona— se va infiltrando de manera lenta hacia la parte superficial, subsuperficial y se infiltra a la parte más baja. Toda la infiltración del agua genera nacimientos que nutren al río a lo largo de sus casi 13 kilómetros, desde la parte más alta donde hay manantiales, hasta donde termina: en los viveros de Coyoacán.
Los bosques de la Cañada de Contreras son una de las zonas con mayor biodiversidad de la Ciudad de México, en la que se encuentran registradas 780 especies de plantas, 111 especies de algas, 194 especies de vertebrados y 74 especies de hongos, de los cuales, 48 son endémicos, según documentaron las investigadoras Julieta Jujnovsky, Laura Galván y Marisa Mazari-Hiriart en el estudio “Zonas Protectoras Forestales: El caso de los bosques de la Cañada de Contreras, Distrito Federal”, publicado en 2014.
“Hemos notado en todo este tiempo (últimos 20 años) una disminución en biodiversidad de los principales grupos, una fragmentación de ecosistemas que generan desaparición de ciertas especies o movimientos de las mismas, una alteración e incorporación de especies vegetales invasoras en las partes bajas que también alteran el funcionamiento de las especies”, añade Enrique Arturo Cantoral.
Para cuidar el bosque, los comuneros se organizan en cuadrillas de 11 brigadistas cada una: combate de incendios, vigilancia y limpieza de barrancas y el río. Estas cuadrillas son coordinadas por la Comisión de Recursos Naturales (Corena), explica Mauro Camacho Cabañas, comisariado de los bienes comunales. José Sacramento detalla que han tenido plagas de muérdago, escarabajo descortezador y gusano barrenador, entonces trabajan para derribar los árboles enfermos que ya no tienen cura y evitar que los sanos se contagien.
El biólogo Enrique Arturo Cantoral señala que, de no cuidar el bosque, el suelo se erosionaría y la infiltración de agua no podría darse, lo cual generaría inundaciones en las partes bajas y que ya no haya agua que se incorpore al río.
El biólogo comenta que es importante que se generen planes integrales para la recuperación del río y del bosque; pero considera que debe ser desde el gobierno en conjunto con la población. Cantoral asegura que desconoce el proyecto de Grupo Frisa, pero sí sabe que “todo aquello que se privatiza, sin construirse de manera común, con el paso del tiempo solo ganan quienes invierten y pierden los que están (viven) ahí”.
Desconfianza en un proyecto privado
Para el comunero José Sacramento se tiene que desconfiar de las empresas que manejan un discurso ecológico y que terminan destruyendo los lugares, sobre todo donde hay pueblos originarios. En el caso de Frisa, continúa, la desconfianza aumenta porque este sería el cuarto proyecto que intentan hacer en terrenos comunales: en la década de los ochenta intentaron construir un campo de golf y un parque de diversiones; entre 2006 y 2012, el proyecto llamado Biometrópolis; y entre 2012 y 2018, el corredor Ecoturístico Los Dinamos. Ninguno prosperó, gracias a la oposición de los comuneros.
En cuanto al Parque Natural La Cañada, Claudia Bernal, del colectivo “En Defensa de los Dinamos”, explica que el temor de los comuneros y pobladores de la Magdalena se basa en los antecedentes de la empresa en lugares como la Riviera Maya, donde construyeron el desarrollo turístico Puerto Aventuras Beach Marina and Golf Resort.
Existen al menos tres expedientes de denuncias interpuestas ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) contra varios proyectos relacionados con el desarrollo turístico Puerto Aventuras, propiedad de Grupo Frisa, de acuerdo con respuestas a solicitudes de información.
La denuncia más reciente relacionada con el complejo turístico es de 2021, cuando se rellenó con piedras y arena una zona de arrecifes y corales para crear un muelle y una playa artificial privada, sin contar con la autorización de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
Al preguntarle sobre estas denuncias y los antecedentes de la empresa, Horacio Bonfil, consultor ambiental del proyecto Parque Natural La Cañada, argumenta que este no es un proyecto inmobiliario, sino un parque para el bien de la ciudad y del cual no se pretende obtener ganancias económicas.
Un proyecto integral que incluya a la población
Itzkuauhtli Zamora, doctor en Ciencias Sociales y quien participó en la elaboración del Plan Maestro de Manejo de la Cuenca el Río Magdalena, menciona que durante el trabajo de campo para la elaboración del Plan, el grupo interdisciplinario identificó que existe una gran desconfianza de la ciudadanía ante cualquier proyecto de recuperación del río, porque históricamente han llegado políticos que lo prometen pero no se ven cambios.
“Ante este clima de desconfianza, me parecería un desacierto que no se tome en cuenta un trabajo de participación ciudadana desde el diseño, la implementación y el monitoreo de un proyecto en todas las etapas, a sabiendas de que es un proceso que va a llevar mucho tiempo”, explica.
Añade que es necesario involucrar a la población de manera activa y permanente, pues con un proyecto que sea poco transparente, la gente estará en contra incluso aunque sea ecológicamente lo más adecuado y lo que el río necesita.
“(Hay que) involucrarlos para que se pueda establecer un diálogo y empezar a crear consensos sobre lo que necesita y sobre lo que se puede hacer en el río”, opina Zamora.
El biólogo Enrique Arturo Cantoral agrega que también es importante que el gobierno trabaje en conjunto con los investigadores para la toma de decisiones.
Entre septiembre y noviembre de 2021, los integrantes de la Asamblea Popular Resistencia Atlitic realizaron bloqueos carreteros, foros ciudadanos y audiencias públicas para exigir que se frene la construcción del parque. A principios de este año, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, afirmó que no se autorizarían los permisos para la construcción del parque, pero Rafael Obregón Viloria, director del Sistema de Áreas Naturales Protegidas y Áreas de Valor Ambiental de Sedema, asegura que, hasta ahora, el plan que tiene la empresa no necesita de permisos para operar el parque, estos solo se requerirían si hay construcciones nuevas.
La posición de los comuneros y los integrantes de la Asamblea Popular Resistencia Atlitic es tajante: rechazan la entrada de cualquier empresa sin que se les consulte. “Todos tenemos que opinar qué es lo que se debe hacer ahí porque nosotros no queremos que esto se convierta en un ecocidio más”, enfatiza Miguel Santana, integrante del grupo de resistencia.
Fuente:
Junio, 2022