Los retos de la región de las Tierras Altas de Papua Nueva Guinea

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

El Cambio Climático

  • Centrarse en el empoderamiento de las comunidades, la resiliencia al cambio climático y la consolidación de la paz

Cuando se piensa en las crisis más acuciantes del mundo, rara vez vienen a la mente las Tierras Altas de Papua Nueva Guinea. Sin embargo, esta región remota y única se enfrenta a un complejo conjunto de retos que exigen atención inmediata.

El reciente deslizamiento de tierra sin precedentes en la provincia de Enga, que afectó a casi 8.000 personas, no solo ha puesto de relieve la vulnerabilidad de la región a los desastres naturales, sino que también ha sacado a la luz problemas subyacentes como los conflictos, la pobreza, la desigualdad y la crisis climática.

Contrastes complejos y vulnerabilidad agravada

Las Tierras Altas de Papua Nueva Guinea se caracterizan por su gran belleza y fuertes contrastes. Geográficamente aislada, la región tiene un rico patrimonio cultural, biodiversidad y recursos naturales. Alberga la tercera mayor selva tropical ininterrumpida del mundo, después de la Amazonia y la cuenca de África central.

Las comunidades viven mayormente en zonas de gran altitud, que a menudo superan los 1.000 metros sobre el nivel del mar, en un entorno escarpado.

Tradicionalmente dependiente de la agricultura, la región ha experimentado recientemente un auge de la minería debido a su riqueza mineral, aunque sus beneficios no se han distribuido equitativamente. A pesar de contar con abundantes fuentes naturales de agua, la distribución irregular y la mala calidad hacen que el acceso al agua sea problemático.

La región está sometida a continuas tensiones a causa de la inestabilidad geológica. Los frecuentes terremotos y deslizamientos de tierra hacen que lamentablemente las catástrofes naturales ocurran con regularidad. El reciente deslizamiento de tierra en la provincia de Enga ilustra vívidamente esta realidad. Se perdieron cientos de vidas, quedaron sepultadas viviendas y comunidades enteras permanecieron paralizadas por el agua contaminada, los huertos destruidos y los traumas sufridos.

Los viajes y el transporte son notoriamente difíciles. La mayoría de las aldeas carecen de carreteras, lo que dificulta el acceso a servicios esenciales como hospitales, clínicas y tribunales. Esta inaccesibilidad también complica los esfuerzos para la entrega de maquinaria y suministros vitales a las zonas afectadas por el desastre.

La región, geográficamente aislada, destaca por su rico patrimonio cultural, su biodiversidad y sus recursos naturales. Fotos: PNUD Papua Nueva Guinea

El impacto humano

Las Tierras Altas también están plagadas de conflictos humanos, algunos de los cuales llevan décadas. A finales de 2017, tan solo en la provincia de Hela había más de 40 disputas internas en curso, que habían causado más de 300 muertes y el desplazamiento de unas 100.000 personas. Se han cerrado escuelas, interrumpido los servicios sanitarios y paralizado las economías locales.

Las cuestiones relativas a los derechos sobre la tierra, exacerbadas por afinidades tribales muy arraigadas, y la proliferación de armas pequeñas son la principal causa de los conflictos. Muchas comunidades no reconocen la gobernanza formal por su fragilidad, lo que crea un vacío a ese respecto y agrava aún más la inestabilidad. Los lucrativos proyectos extractivos intensifican estas tensiones, ya que las comunidades luchan por el control de valiosos recursos. Las acusaciones de brujería tornan aún más compleja la situación y traen aparejada violencia que en el PNUD estamos esforzándonos por combatir.

La ausencia de servicios públicos socava la justicia y la seguridad, fomentando la impunidad y la proliferación de armas de fuego caseras y manufacturadas. La escasez de infraestructura, como carreteras, agua potable y clínicas, agrava estos problemas. Las milicias y los asesinos a sueldo, junto con las crecientes demandas de indemnización debidas a la situación, desestabilizan aún más la región. Mientras tanto, la modernización ha debilitado el liderazgo tradicional y los procesos de resolución de conflictos, sin que haya sistemas modernos eficaces que llenen el vacío.

Los jóvenes y las mujeres se llevan la peor parte

Las mujeres y los niños son con frecuencia el blanco de la violencia de milicias y rivales.  

Aproximadamente el 63 % de los habitantes de las Tierras Altas son menores de 18 años, quienes se encuentran atrapados en un ciclo de oportunidades limitadas. Muchos jóvenes no ven un futuro viable, una situación que se agrava por la violencia de género generalizada. Las mujeres y las niñas son las más perjudicadas por los continuos conflictos y catástrofes, y a menudo son responsables de la obtención de alimentos, agua y energía en condiciones cada vez más peligrosas.

Papua Nueva Guinea ocupa uno de los últimos puestos en el Índice de Desigualdad de Género, uno de los índices de desarrollo humano mundiales. Al menos el 60 % de las mujeres del país han sido objeto de violencia física o sexual por parte de su pareja.

Las mujeres y las niñas son quienes más sufren en los conflictos y las catástrofes, y con frecuencia son responsables de asegurar alimentos, agua y energía en condiciones cada vez más peligrosas. Fotos: PNUD Papua Nueva Guinea

La crisis climática

Una reciente evaluación de riesgos climáticos que realizamos en el PNUD sobre las provincias de Hela y de las Tierras Altas Meridionales anticipó que el cambio climático probablemente aumentaría las precipitaciones, las temperaturas medias y el riesgo de desastres naturales como deslizamientos de tierra, inundaciones, sequías y heladas.

Se prevé que estos fenómenos debilitarán la productividad agrícola de la región al disminuir la fertilidad del suelo y aumentar la propagación de plagas y enfermedades. Dado que la mayoría de la población depende de la agricultura para su supervivencia diaria, estas amenazas a los medios de subsistencia tradicionales podrían socavar aún más la frágil estabilidad de la región al aumentar la competencia por los recursos naturales.

El empoderamiento comunitario, la resiliencia climática y la consolidación de la paz están en el corazón de nuestro trabajo en las Tierras Altas. Fotos: PNUD Papua Nueva Guinea

¿Qué podemos hacer?

Abordar estos retos interconectados puede llevar años. En el PNUD, junto a nuestros socios, estamos emprendiendo un nuevo programa centrado en tres pilares interconectados: el empoderamiento comunitario, la resiliencia climática y la consolidación de la paz. 

  •  Desarrollo inclusivo. El eje de nuestro enfoque es el empoderamiento de las comunidades locales, proporcionando medios de subsistencia y ampliando la inclusión financiera, facilitando fondos para empresas y contribuyendo a las mejoras en el hogar y en la educación. La formación profesional para mujeres y jóvenes mejora la empleabilidad, creando nuevas fuentes de ingresos y una economía más fuerte. Es crucial ofrecer oportunidades a las personas desplazadas internamente. Los mercados comunitarios y las cooperativas impulsan el espíritu empresarial local, mientras que los proyectos de infraestructuras dirigidos por la comunidad, como los sistemas de abastecimiento de agua y las iniciativas de energía renovable, mejoran las condiciones de vida. La toma de decisiones inclusiva garantiza que todas las personas, incluidos las que conforman grupos marginados, tengan voz en la gobernanza. 

  • Resiliencia climática y mejora de la gestión del riesgo de desastres. Realizamos campañas de concienciación sobre estrategias de adaptación y preparación ante desastres. La aplicación de prácticas agrícolas sostenibles mejora la resiliencia a las perturbaciones climáticas. Los sistemas de alerta temprana de catástrofes naturales salvan vidas mediante alertas oportunas y formación. Las iniciativas de reforestación y gestión de cuencas hidrográficas ayudan a mitigar el impacto del clima, mientras que los planes comunitarios de reducción del riesgo de desastres preparan a la población local para actuar con eficacia en situaciones de emergencia. 

  • Reducción de la violencia. La cohesión social es vital para la prosperidad de la comunidad. Facilitamos talleres de resolución de conflictos y formamos líderes en mediación y negociación. Los comités de paz comunitarios abordan los conflictos locales, y los actos culturales y deportivos fomentan la reconciliación entre grupos. El apoyo psicosocial ayuda a las personas afectadas por la violencia o los traumas. También es fundamental el control de las armas pequeñas y el uso indebido de sustancias. Las campañas de sensibilización promueven la igualdad de género, el empoderamiento de los jóvenes y la concienciación sobre los derechos humanos con el objeto de lograr una sociedad justa y equitativa, y contribuyen a elaborar nuevas narrativas para la paz. 

Estas medidas estarán respaldadas por intervenciones para reforzar la coordinación estratégica intra e interprovincial, y la recopilación y el análisis de datos.

Las Tierras Altas son un ejemplo elocuente de la compleja interrelación entre el desarrollo humano, los conflictos y los retos climáticos. Fotos: PNUD Papua Nueva Guinea

Es momento de actuar

La situación de las Tierras Altas de Papua Nueva Guinea puede parecer lejana para muchas personas, pero su importancia no puede exagerarse. La región es un ejemplo conmovedor de la interrelación entre el desarrollo humano, los conflictos y los retos climáticos. La forma en que la comunidad internacional, liderada por organizaciones como la nuestra, afronte esta situación de alto riesgo podría aportar ideas fundamentales y esperanza a otras regiones vulnerables del mundo. 

Abordar esta crisis exige un enfoque coordinado y dotado de suficientes recursos que dé prioridad a las voces y necesidades de la población local. Con intervenciones integradas y que tienen en cuenta el conflicto, es posible romper el ciclo de violencia, pobreza y desplazamientos, y trazar un camino hacia un futuro más estable y próspero para las comunidades.

Las Tierras Altas pueden estar lejos y ser remotas, pero también pueden ser un buen ejemplo de lo que el multilateralismo puede aportar a quienes están en riesgo de quedarse atrás. Es mucho lo que está en juego.

Fuente:

 
 

Julio, 2024