Proteger el 30 % de superficie terrestre y acuática para el 2030 será uno de los temas centrales en la COP 16
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”
El Medio Ambiente
Mongabay Latam conversó con varios especialistas sobre las acciones que deben adoptar los países para lograr esta meta que se estableció en el Marco Global Kunming Montreal en el 2022.
Mientras la creación de áreas naturales protegidas deja de tener protagonismo, se habla más de Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas (OMEC) y la urgencia del reconocimiento legal de los territorios indígenas como una estrategia de protección de la biodiversidad.
Hasta el 16 de octubre de 2024, a pocos días de empezar la cita cumbre, 94 países han presentado sus planes de acción nacionales en los que indican sus avances y el camino para cumplir con las metas de Kunming-Montreal.
En menos de una semana, los reflectores estarán puestos en la ciudad de Cali, Colombia, cuando se dé inicio a la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 16). Una cita que ha generado grandes expectativas en un planeta que en estos momentos enfrenta las consecuencias de incendios forestales devastadores y la pérdida de biodiversidad continúa a un ritmo acelerado.
Para los mandatarios y representantes oficiales de 196 países miembros será el momento de presentar sus planes hacia la implementación de las 23 metas que se definieron hace dos años cuando se firmó el Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica, en la última COP sobre Biodiversidad que se realizó en Canadá en el año 2022.
Una de estas metas es el compromiso de que por lo menos el 30 % de las zonas terrestres y acuáticas del planeta estén bajo alguna forma de conservación para el 2030.
Este acuerdo significó un cambio con relación a los compromisos anteriores establecidos en las Metas Aichi, que habían expirado en 2020. Según el acuerdo d Aichi, para el 2020 al menos el 17% de las zonas terrestres y de las aguas interiores y el 10% de las zonas marinas y costeras debían estar bajo alguna figura de área natural protegidas.
“Me parece importante que esta COP esté sucediendo en Colombia, un país megadiverso y amazónico, y que la Presidencia esté liderada por la ministra del Ambiente, Susana Muhamad, una vocera importante de las transiciones y cambios. Creo que ella va a jugar un rol esencial para intentar avanzar en la discusión de la implementación y para concatenar las agendas, el financiamiento y las soluciones ante la crisis de pérdida de diversidad y la crisis de cambio climático”, señala Laura Rico, directora de campaña de Avaaz, una organización civil estadounidense que promueve el activismo ciudadano en asuntos como el cambio climático, los derechos humanos, y la pobreza.
¿Es posible cumplir con el compromiso de conservar el 30 % del planeta? ¿Cuáles son los retos para cumplir esta meta? ¿Qué están haciendo los países para que se concrete?
Un camino para la conservación
En el documento del Marco Kunming-Montreal se especifica que la meta 3 —conservar el 30 % del planeta para el 2030— considera, además de los sistemas de áreas naturales protegidas, Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas, conocidas como OMEC,así como el reconocimiento de los territorios indígenas y tradicionales integrados en paisajes terrestres, marinos y oceánicos más amplios.
“La meta 3 es en la que, seguramente, los países tanto del Sur global como del Norte van a reportar mayor avance”, dice Angie Durán, investigadora de la Asociación Ambiente y Sociedad en Colombia, al considerar que muchas naciones cuentan con un gran porcentaje de su superficie terrestre y acuática bajo alguna figura de área protegida.
Como ejemplo cita a Colombia, país en el que, en los últimos años, se ha avanzado en la constitución de nuevas áreas protegidas, pero también en la ampliación de los parques nacionales. “Creo que a los países se les facilita porque el proceso de constitución o de ampliación de las áreas protegidas es una decisión de las autoridades ambientales”, señala Durán, sin embargo, menciona, en algunos contextos puede generar tensiones con las comunidades que habitan en estos territorios.
Durán se refiere también a las OMEC como una forma de cumplir con esta meta. “Lo interesante es que se reconoce la contribución de otro tipo de actores, no solo del Estado, sino de actores como las comunidades locales y los pueblos indígenas”. Sin embargo, comenta que en estas figuras de conservación el avance es mucho menor. “Estoy segura de que eso no ha avanzado tanto como las áreas protegidas, pues estas últimas tienen un marco normativo que los países vienen desarrollando hace décadas”.
En ese sentido, Durán menciona el reconocimiento de áreas geográficas en las que hay una gobernanza de diferentes comunidades o actores que contribuyen a la conservación y al cuidado de la biodiversidad. “Creo que, justamente, para llegar a ese 30 % las OMEC son muy relevantes, porque las áreas protegidas han implicado tensiones con los intereses de las comunidades. En todo caso, el 30 % de un territorio nacional es bastante para que solo se consideren áreas protegidas, que de hecho tienen una serie de restricciones y son bastante estrictas”.
Por ello, la investigadora cree que como parte de la discusión de esta meta en la COP 16 se tiene que debatir, por un lado, la efectividad de las áreas protegidas y cómo funcionan, y por otro lado, las OMEC. Otro tema a tener en cuenta, dice Durán, es el reconocimiento de la contribución de los pueblos a la conservación y al uso sostenible de la biodiversidad.
Para Roberto Troya, vicepresidente y director regional para América Latina del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) “las áreas protegidas siguen jugando un rol fundamental, pero se deben reconocer otros esfuerzos de conservación. A quienes están protegiendo los recursos hay que darles los incentivos necesarios para que puedan seguir haciéndolo. Esto es lo que se llama otras medidas efectivas de conservación, los famosos OMEC que trae la meta al 2030”.
Otro tema que viene de la mano es lo que se reconoce como la restauración de los ecosistemas (meta 2), señala Troya, de cómo se recuperan sistemas que antes estaban dando servicios ambientales importantes para las ciudades y para los países. Uno de ellos es el tema de los manglares, menciona el experto y pone como ejemplo a México y a Ecuador, que cuentan con importantes coberturas de manglares, pero que si se pierden “se quedan sin una fuente maravillosa de producción de proteína”, entre ellos crustáceos y algunos peces.
En la meta 3 también se habla de usos sostenibles. “Si no pensamos cómo incorporar la provisión de alimentos de una manera más inteligente, vamos en la dirección incorrecta, porque necesitaremos muchísima más agua para producir menos alimentos cuando la fórmula debería ser la opuesta”, comenta Troya. No estamos siendo eficientes en intensificar la producción de alimentos utilizando lo que ya tenemos sin degradar otros ecosistemas, agrega el experto en relación a la expansión de la agricultura en la Amazonía.
“Cuando se habla de restauración de ecosistemas, de agricultura sostenible o de nuevas áreas naturales, como establecen las metas 2 y 3 del nuevo marco de biodiversidad, y no se toma en cuenta a las poblaciones más sensibles, como los pueblos originarios y las comunidades locales, resulta difícil que diseñen acciones que beneficien a los más vulnerables y que se generen cambios en la sociedad y en el planeta”, señala Troya.
Para Laura Rico, de Avaaz, lo que se debe priorizar para alcanzar las metas es la conservación de los ecosistemas más estratégicos y vitales para el mundo. Un ejemplo básico es la Amazonía, dice Rico, porque la regulación ecosistémica que provee el bioma va mucho más allá de los territorios donde se ubica, pues tiene que ver con corrientes de agua y lluvia que están relacionadas hasta con los desiertos africanos.
Rico considera que cualquier país puede cumplir con las metas del 30 % de conservación y restauración para el 2030. “Hay países que ya tienen más del 30 % de su territorio (terrestre y/o marino) bajo algún esquema de protección”, asegura. La especialista de Avaaz añade que los pueblos indígenas van a solicitar que en la cuenta de cada país se integre el área de los territorios comunales indígenas que hayan sido legalmente reconocidos.
La directora de campaña de Avaaz explica que hay una tensión entre la pregunta cómo se cuidan los ecosistemas y cómo se conservan estos ecosistemas. “Por ejemplo, en Colombia se encargaron de declarar parques nacionales naturales o áreas de reserva forestal o incentivar las reservas privadas y todos esos son mecanismos que abonan a la meta global de proteger el 30 % de la tierra, pero hoy en día estamos viendo que, según indicadores científicos, los territorios indígenas son los que mejor absorben carbono, tienen bosques más densos y albergan más biodiversidad que otras áreas. En la Amazonía es el trabajo de los pueblos indígenas el que a la fecha ha preservado casi el 45 % de los bosques intactos”.
Otro ejemplo citado por Rico es el de Brasil, país en el que después de los procesos de titulación de tierras se logró disminuir la deforestación en un 75 %. “Nosotros estamos muy enfocados en resaltar esta idea de que los territorios mejor conservados del mundo son los que están en manos de los pueblos indígenas y que si queremos garantizar el cumplimiento de la meta 3 necesitamos que los países donde haya pueblos indígenas, reconozcan y formalicen los derechos de propiedad a la tierra de estos pueblos y sumen estas áreas legalizadas a sus planes nacionales de biodiversidad y a su reporte de monitoreo”.
En cuanto al seguimiento de estas metas, Rico explica que los acuerdos ambientales deben ser reportados por los países ante las Naciones Unidas. “Los Planes y Estrategias de Acción Nacionales sobre Biodiversidad (NBSAPs por sus siglas en inglés) que se deben presentar en la COP16 abordarán cómo cada país plantea cumplir con la meta 3.
De acuerdo con el portal del Convenio de Diversidad Biológica, hasta el jueves 16 de octubre, 94 países habían presentado sus planes de acción en los que indican sus avances y el camino para cumplir con las metas del Marco Kunming-Montreal.
El aporte de los pueblos indígenas
Laura Rico comenta que una gran cantidad de territorios indígenas no tienen títulos colectivos ni demarcación y mientras sus territorios no estén legalizados, los pueblos indígenas están más expuestos a la invasión de frontera agrícola, a madereros extractivistas y otros intereses. “Sabemos también que, por ejemplo, la Amazonía es una de las zonas más peligrosas para vivir y para defender la tierra, cada cuatro días asesinan a un líder indígena que está en la defensa de los territorios. Entonces, garantizar los derechos territoriales es una medida tanto para proteger sus vidsa, sus derechos básicos, su autogobierno y una de las soluciones más eficaces para combatir la pérdida de biodiversidad y abonar a la lucha contra el cambio climático”.
La directora de campaña de Avaaz agrega que para cumplir con la meta 3 en temas de implementación y monitoreo se tendría que garantizar que en los países donde hay pueblos indígenas “se legalicen más territorios indígenas, entendiendo que es una estrategia de conservación”.
Alicia Guzmán, asesora senior de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) señala que para los pueblos indígenas es “su modus vivendi” lo que permite la conservación. “Tenemos que reconocer que hay áreas que ya no pueden servir para el extractivismo, sino para cuidar la vida, que es un tema vital de seguridad nacional”.
Guzmán pone como ejemplo lo que está pasando en Ecuador con la sequía y las restricciones en el suministro de energía eléctrica. “No estamos hablando de un futuro y de que todo está perfecto y todavía tenemos tiempo para hacer planes. Tenemos que decidir cómo deben encaminarse estas metas ahora, abordarlas como un tema de emergencia”.
La cuestión política
Para Laura Rico, de Avaaz, es importante avanzar en la discusión para concatenar las agendas del financiamiento y las soluciones para las crisis de pérdida de diversidad y de cambio climático. “No logramos nada con que haya una cumbre súper enfocada en descarbonización y haya otra cumbre súper enfocada en restauración y conservación de ecosistemas, cuando realmente los problemas y las necesidades coexisten en el mismo territorio vital”.
Por su parte, Troya, de WWF, agrega que desde esta institución están monitoreando el aspecto político de las metas de Kunming-Montreal. En ese sentido, menciona que, a nivel global, corresponde la integralidad entre las tres agendas: clima, sostenibilidad y biodiversidad. Troya se refiere a los Objetivos del Desarrollo Sostenible, los compromisos del Acuerdo de París y los del Marco Kunming-Montreal, acuerdos que deben estar conectados entre sí. “La integralidad en el enfoque es la primera observación. Se deben ver las tres grandes agendas como un gran diagrama de Venn, en donde las intersecciones van a marcar el camino”.
El vicepresidente de WWF comenta que una semana antes del inicio de la COP16 solo dos o tres países de América Latina habían preparado sus reportes para esta cumbre. “Hemos visto a México y Surinam presentar reportes, los otros países lo estarán haciendo tarde” y agrega que “lo que estamos haciendo en la COP 16 va a conectarnos con la COP 29 de clima, en Azerbaiyán, y más adelante, el próximo año, con lo que el presidente Lula de Brasil ha llamado la COP del clima más verde, que será en Belén y donde vamos a tener nuevas discusiones sobre las contribuciones nacionalmente determinadas y qué es lo que estamos haciendo los países alrededor del clima”.
Alicia Guzman añade que “nos tenemos que reeducar y los gobiernos también”. En ese sentido dice que los pueblos indígenas tienen que tomar las universidades y enseñar a todos cómo hay que restaurar la Amazonía, el Chocó y, en general, todos los ecosistemas claves. “Necesitamos entenderlos mejor para saber cómo enfrentar este escenario apocalíptico. El aire está más seco, hay menos humedad, hay más calor y menos lluvia. Cada año es una espiral mayor. ¿Qué van a hacer los gobiernos?”.
El último informe Planeta Vivo, que acaba de ser presentado por WWF, ofrece un panorama más que preocupante sobre la crisis de la biodiversidad. “América Latina, en particular, es la región con mayor pérdida. Los datos arrojan una cifra espeluznante del 95 % de pérdida de la biodiversidad”, dice Roberto Troya, vicepresidente de WWF sobre los resultados del informe.
Con este panorama se llega ahora a la COP16, donde los representantes de los gobiernos deben tomar decisiones que se conviertan en acciones concretas para afrontar una crisis que todos estamos viviendo.
“Estamos viviendo de forma cercana y evidente las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático, por tanto, creo que las organizaciones están llegando a la COP16 con mucha expectativa sobre el cumplimiento del Marco Global Kunming Montreal, no sólo por parte de los Estados, sino también con la expectativa de una negociación que ponga en línea a los privados, a las transnacionales y dé una discusión alrededor del modelo económico”, comenta Angie Durán sobre lo que se espera del encuentro en Cali.
Fuente:
Noviembre, 2024