Puerto Rico: el gran reto de restaurar los manglares y dunas que protegen a la isla

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

Humedales y Manglares

Voluntarios y miembros del personal plantan mangle negro en centros de dispersión. Esto es parte de un experimento que están llevando a cabo estudiantes de investigación de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

  • En 2017, el huracán María devastó varios ecosistemas de manglares en Puerto Rico, lo que llevó a los ecologistas a iniciar esfuerzos de restauración.

  • Los manglares proporcionan innumerables beneficios: protegen contra tormentas, capturan carbono, conservan la biodiversidad y filtran la contaminación, entre otros.

  • Las organizaciones están trabajando para restaurar, además de los manglares, las dunas de arena a fin de agregar un amortiguador adicional contra las tormentas tropicales y proteger los sitios de anidación de tortugas.

En 2017, el huracán María, una tormenta de categoría 5, azotó Puerto Rico. Su paso provocó que se secaran cuatro bosques de manglares de cuenca en el noreste de la isla. La restauración de estos ecosistemas se transformó en una urgencia.

«No tener estos ecosistemas deja expuestas a las comunidades y la infraestructura primaria a los golpes de las olas generadas por las tormentas, lo que pone en riesgo la vida de cientos de personas y la integridad de sus propiedades frente a eventos climáticos extremos en el futuro», dijo Robert J. Mayer, profesor de biología y director del Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina en la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

En colaboración con la Universidad de Wisconsin-Madison, Mayer y estudiantes voluntarios obtuvieron 500 000 dólares de  apoyo financiero, de la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre para la restauración de los bosques de manglares del norte de Puerto Rico, ecosistemas que crecen en las orillas de los ríos o en las lagunas saladas.

Mayer explicó que el Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina utilizará los fondos para restaurar un total de 59 hectáreas de manglares de cuenca existentes en tres comunidades costeras del noreste de la isla: playa Espinar, en Aguada, playa Jobos y playa Secret Spot, en Isabela, y la reserva natural Finca Nolla, en Camuy.

Vista aérea de la parte sur del manglar de la playa Secret Spot. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

«[Los manglares] se están desintegrando, literalmente, por la descomposición natural, y no hay regeneración de la vegetación excepto en algunas áreas de sus alrededores», comentó Mayer.

Aunque todos los manglares son importantes, Mayer dijo que el de Finca Nolla es especialmente vital porque está cerca de la comunidad de Calle Abajo. Restaurarlo protegerá y aumentará la resiliencia de esta comunidad ante tormentas y huracanes en el futuro.

Los manglares en Puerto Rico no solo están amenazados por los huracanes. La mayoría han sido destruidos por el dragado para la agricultura y el desarrollo urbano, la contaminación de las aguas residuales, la contaminación industrial que generan las centrales eléctricas y los derrames de petróleo, o la destrucción de los ecosistemas de barrera, como las dunas de arena.

A partir del huracán María, el Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico descubrió que las playas y los cursos de agua de la isla se han retraído de 2 a 35 metros tierra adentro. El instituto también descubrió nuevos patrones de erosión y de aumento por adición de sedimentos en varios municipios de la isla, incluso en ecosistemas costeros como manglares y dunas.

El doctor Robert J. Mayer y José Vera caminan entre mangles rojos muertos mientras miden la salinidad del agua. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

Los manglares y sus innumerables beneficios

«Además de proteger las costas, servir de hábitat de muchas especies en los océanos tropicales y ser templos de la biodiversidad, los manglares actúan como filtros naturales de contaminantes y sedimentos, lo que genera agua más clara y de mejor calidad», explicó Jorge Bauzá-Ortega, científico ambiental del Programa del Estuario de la Bahía de San Juan que lidera los esfuerzos de reforestación de manglares en los alrededores de la capital puertorriqueña.

Según Bauzá-Ortega, un estudio de 2012 realizado en la isla de Nueva Caledonia, en el Océano Pacífico, demostró que los manglares pueden retener metales pesados extremadamente tóxicos en las raíces y evitar que se esparzan por el ambiente.

«Se detectó hasta 100 veces más níquel, cromo y cobre en los manglares que en el agua alrededor», dijo Bauzá-Ortega. «Y otros estudios han demostrado que los bosques de manglares también atrapan plomo, cadmio y mercurio».

Comparó las raíces de los manglares con trampas de sedimentos, porque recolectan y almacenan sedimentos que provienen de la tierra. Mayer dijo que los manglares también son altamente eficientes para almacenar dióxido de carbono.

«También es bien sabido que los manglares capturan grandes cantidades de carbono de la atmósfera, lo que hace que su conservación sea muy importante para abordar la crisis climática actual», dijo.

En Puerto Rico se encuentran las cuatro especies de mangle nativas del Caribe: el mangle rojo (Rhizophora mangle), el mangle blanco (Laguncularia racemosa), el mangle negro (Avicennia germinans) y el mangle botón (Conocarpus erectus).

Plantas de mangle en el invernadero de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

Restauración de las dunas

No solo los manglares requieren restauración. Desde su fundación en 2007, el Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina también ha restaurado más de 16 kilómetros de dunas de arena en los municipios de Arecibo, Camuy e Isabela.

«[Las dunas] son la principal línea de defensa contra la fuerza destructiva de las olas fuertes, la marejada ciclónica y los tsunamis», explicó Mayer. Al restaurarlas, la organización también ayuda a proteger a las tortugas marinas de Puerto Rico, que anidan en las dunas.

En un informe de 2007, realizado por la División de Zonas Costeras del Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Puerto Rico, se advirtió un desequilibrio entre la demanda de arena y la oferta disponible, debido al auge económico que hay en Puerto Rico desde hace tres décadas.

«Esta extracción [de arena] a mayor escala ha creado serios problemas de erosión y de intrusión de agua salada en las costas. Se llegó a extraer arena de las dunas hasta el nivel freático. El municipio de Isabela fue una de las zonas más afectadas por esta actividad», sostiene el autor del artículo, Evelio J. Valeiras Miní.

El Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina comenzó su trabajo de restauración de dunas en Isabela y luego lo continuó en la reserva natural Finca Nolla de 39 hectáreas en Camuy, entre otros proyectos.

Vista aérea de dos miembros del personal abriendo camino entre la vegetación muerta. Este sendero será utilizado por voluntarios y el personal para llegar a las áreas de siembra en el centro del manglar. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

Los trabajadores de restauración colocan tablones hechos de madera reciclada para recrear el comportamiento de las plantas nativas, que atrapan la arena arrastrada por el viento. Estas estructuras se conocen como matrices de biomímesis, una técnica muy efectiva para estabilizar la vegetación y la arena, según explica José Juan Vera, agrónomo y miembro del Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina. Con el tiempo, las matrices de biomímesis ayudarán a formar dunas nuevas.

Las zonas costeras de Estados Unidos, desde Florida hasta Carolina del Sur, y desde Michigan hasta Nueva Jersey, han utilizado la misma técnica de biomímesis para restaurar sus dunas de arena, explicó Mayer.

Además del apoyo financiero de la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre, el Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina también recibió fondos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos para implementar un sistema aéreo no tripulado que permitirá crear mapas 3D para medir el área y el volumen de arena de los ecosistemas de dunas. Pero se necesitan más fondos, dijo Mayer.

«Todavía tenemos más de 100 sitios en las dunas primarias de la costa norte de la isla que necesitan ser restaurados y estamos constantemente enviando propuestas de subvenciones para tratar de atraer más fondos que ayuden a mantener nuestra operación», dijo.

Plantas de mangle que crecen en el invernadero de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla. Imagen cortesía del Centro de Conservación y Restauración Ecológica Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.

Colaboración internacional

El Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina también aplica su conocimiento y trabajo para formar un equipo de expertos en restauración.

«En este momento nuestra misión principal es formar una nueva generación de especialistas en restauración ecológica de los ambientes costeros. Somos parte de la Sociedad para la Restauración Ecológica, organización internacional que aborda esta problemática», expresó Mayer, quien tiene una certificación en restauración ecológica.

Este año, el Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina recibirá a colaboradores internacionales provenientes de Italia, Reino Unido y México.

«No solo restauramos la costa de Puerto Rico, sino que trabajamos con personas que luego tendrán más acceso a la naturaleza y a espacios de relajación», dijo Mayer.

Al igual que las dunas, el trabajo del Centro de Restauración Ecológica y Conservación Costera Vida Marina crece a lo largo de los ecosistemas costeros y junto a las personas involucradas. «Para nosotros, este trabajo es una forma de vida», dijo Mayer.


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Noviembre, 2022

Humedales y Manglares