Un detonante oculto de escapes de metano a gran escala

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

El Agua y la Ciencia

En una zona de Alaska, se ha registrado últimamente una proliferación inusual de escapes de metano en puntos concretos naturales del subsuelo. El metano es un gas con un efecto invernadero más potente que el del dióxido de carbono. En un estudio reciente se ha investigado la causa de que sea más probable que el metano escape a la atmósfera desde esos puntos que desde otros.

 

Los “puntos calientes” de emisión natural de metano en Alaska fueron observados por vez primera en 2017, mediante un espectrómetro de última generación de la NASA, el AVIRIS-NG (Airborne Visible / Infrared Imaging Spectrometer). Instalado en la panza de un avión de investigación, el instrumento capta la interacción de la luz solar con las moléculas situadas cerca de la superficie terrestre, en el aire, y se ha utilizado para medir y vigilar fenómenos peligrosos que van desde vertidos de petróleo hasta plagas en campos agrícolas.

 

Se detectaron unos dos millones de puntos calientes de metano (definidos como zonas que muestran un exceso de 3.000 partes por millón de metano entre el avión y el suelo) en unos 30.000 kilómetros cuadrados de territorio ártico. A nivel regional, la cantidad de detecciones de puntos calientes en el delta de los ríos Yukón y Kuskokwim fue anormalmente alta durante las inspecciones realizadas en 2018, sin que se descubriese la causa de ello.

 

El equipo de Elizabeth Yoseph, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Estados Unidos, se centró en una región con gran emisión de metano situada en una zona cenagosa del enorme delta. Yoseph y sus colegas utilizaron los datos de AVIRIS-NG para localizar puntos calientes en más de 1.780 kilómetros cuadrados, y luego, llevados por una sospecha, compararon el mapa de puntos calientes con un mapa de grandes incendios forestales de los últimos tiempos.

Las burbujas que emergen del agua de este lago de Alaska son de metano. El lago es uno de los sitios vigilados por sus emisiones de metano. (Foto: NASA / Kate Ramsayer)

La comparación ha revelado que existe una relación muy clara y estrecha entre el historial de incendios y la distribución de los puntos calientes de metano.

 

La relación surge de lo que ocurre cuando el fuego quema el suelo helado rico en carbono, o permafrost, subyacente en la tundra. El permafrost (una mezcla de hielo y otros materiales) atrapa carbono de la atmósfera y puede mantenerlo almacenado durante decenas de miles de años. Pero cuando se descongela y se descompone en zonas húmedas, hay microbios que se alimentan de ese carbono viejo y lo convierten en gas metano. Los suelos saturados alrededor de lagos y de humedales en general suelen ser reservas de carbono especialmente ricas porque contienen grandes cantidades de vegetación muerta y materia orgánica en general.

 

Los "puntos calientes" de metano en el delta de los ríos Yukón y Kuskokwim se encuentran sobre todo donde los incendios forestales recientes han quemado la tundra.

 

En lo que es un círculo vicioso, esta liberación de metano puede a su vez acelerar el calentamiento global y propiciar más incendios forestales en áreas de tundra ricas en permafrost, donde los incendios han sido históricamente muy inusuales.

 

Por desgracia, tales incendios serán cada vez más frecuentes, por culpa del calentamiento global. Según algunas previsiones, el riesgo de incendio en la zona del delta de los ríos Yukón y Kuskokwim podría multiplicarse por cuatro a finales de este siglo debido a un aumento de las temperaturas y a un incremento de las tormentas con relámpagos. Sobre si se cumplirán o no esas previsiones, nadie puede saberlo con certeza, pero por lo pronto dos de los incendios más grandes en la tundra de Alaska de entre todos los documentados con suficiente rigor ocurrieron el año pasado, y en ellos ardieron más de cien mil hectáreas.

 

¿Hasta qué punto las emisiones del permafrost ártico pueden influir en el clima mundial? Podemos hacernos una idea si tenemos en cuenta que se calcula que el permafrost ártico alberga 1,7 billones (millones de millones) de toneladas de carbono, aproximadamente 51 veces el carbono emitido a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles en 2019.


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Noviembre: 2023

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