Irrigación para proteger a la agricultura del cambio climático

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

El Agua y el Cambio Climático

Una campesina riega su terreno en el marco del Programa de Irrigación de Tjankwa, en el distrito de Plumtree, 100 kilómetros al oeste de Bulawayo, Zimbabwe. Crédito: Busani Bafana/IPS.

Una campesina riega su terreno en el marco del Programa de Irrigación de Tjankwa, en el distrito de Plumtree, 100 kilómetros al oeste de Bulawayo, Zimbabwe. Crédito: Busani Bafana/IPS.

El impacto de la variabilidad climática y de los eventos extremos en la productividad agrícola en África llevó a un grupo de expertos a urgir a los gobiernos a que prioricen e inviertan en irrigación como forma de garantizar la seguridad alimentaria.

Las mayores olas de calor, sumadas a las repentinas inundaciones y a las frecuentes sequías, vuelven poco rentable la agricultura o hasta imposible, pues muchos pequeños productores dependen de las lluvias.

El desarrollo de la irrigación puede aumentar la seguridad alimentaria, pues amplía la temporada para cultivar, y asegura más ingresos y trabajo, observó el Panel Malabo Montpellier, que reúne a especialistas internacionales que diseñan políticas para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional en África.

Irrigación, la mejor inversión

Un estudio del Panel Malabo Montpellier señala que África tiene posibilidades de irrigar 47 millones de hectáreas. Esta es una forma de impulsar la productividad agrícola, mejorar la vida y acelerar el crecimiento económico.

“Numerosas economías de África dependen de la agricultura”, señaló Ousmane Badiane uno de los presidentes del panel y director del Instituto Internacional de Investigación sobre Política Alimentaria.

“Por eso la irrigación y el control del agua son importantes para reducir la pobreza y erradicar el hambre en África”, apuntó.

Alrededor de 20 por ciento de las tierras cultivadas están irrigadas, lo que contribuye a 40 por ciento de la producción total de alimentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

África es una de las regiones del mundo con mayor número de personas con hambre. También es donde menor rendimiento tienen los cultivos, pues solo seis por ciento de las tierras cultivadas están irrigadas, muy por debajo del 14 por ciento en América Latina y 37 por ciento en Asia.

“La irrigación tiene que ser una prioridad en África porque funciona”, subrayó Badiane, en diálogo con IPS.

“Una vez que te comprometes con la irrigación como gran prioridad, creas los mecanismos institucionales para concretarla de forma efectiva en el ámbito gubernamental, pero en asociación con el sector privado y las comunidades locales”, explicó.

En 2014, 54 gobiernos africanos suscribieron la Declaración de Malabo, comprometiéndose a reducir a la mitad el número de personas que viven en la pobreza para 2025, apostando al crecimiento de la agricultura, generadora de empleo para jóvenes y mujeres.

La investigación “Water-Wise: Smart Irrigation Strategies for Africa” (Inteligencia con el agua: Estrategias de irrigación inteligente para África) concluyó que los cultivos irrigados pueden duplicar el rendimiento en el continente.

Los mayores niveles de irrigación permitieron mejorar y prolongar las cosechas, elevar los ingresos y mejorar las perspectivas para los agricultores de Etiopía, Kenia, Malí, Marruecos, Níger y Sudáfrica.

Esos seis países son un modelo por tener las mayores extensiones de áreas irrigadas o por la rapidez con la que expandieron las áreas cultivables irrigadas.

Por ejemplo, Etiopía aumentó el área irrigada en casi 52 por ciento entre 2002 y 2014, logrando la mayor expansión de áreas irrigadas en África. Marruecos tiene casi 20 por ciento de tierras cultivables equipadas con sistemas de irrigación.

Miembro del Programa de Irrigación de Tjankwa, de ocho hectáreas, en el distrito de Plumtree, 100 kilómetros al oeste de Bulawayo, Zimbabwe. Crédito: Busani Bafana/IPS.

Miembro del Programa de Irrigación de Tjankwa, de ocho hectáreas, en el distrito de Plumtree, 100 kilómetros al oeste de Bulawayo, Zimbabwe. Crédito: Busani Bafana/IPS.

Éxito en el rendimiento de los cultivos

En zimbabwe, la FAO implementó 6,8 millones de dólares en el Programa de Irrigación para Pequeños Agricultores en asociación con el Ministerio de Agricultura, Mecanización y Desarrollo de la Irrigación, financiado con ayuda de la Unión Europea, con el fin de mejorar los ingresos, la seguridad alimentaria y nutricional de agricultores comunitarios con sistemas de irrigación a pequeña escala.

El programa permitió la rehabilitación de 40 iniciativas de riego, que beneficiaron a 2.000 hogares de las provincias zimbabuenses de Manicaland y Matabeleland Sur.

Landelani Ndlovu, integrante del Programa de Irrigación de Tjankwa, en Matabeleland Sur, de ocho hectáreas, ganó 400 dólares gracias al cultivo de verduras en el marco del proyecto que comenzó en 2012.

“La irrigación nos ayudó a producir más verduras y otros cultivos, y a aumentar nuestros ingresos, lo que no hubiera sido posible dependiendo de cultivos estacionales y de las lluvias”, explicó Ndlovu.

Asimismo, Patience Koku, quien cuenta con un sistema de irrigación pivote, dijo a IPS: “No se puede exagerarse la importancia del riego para mejorar el rendimiento de los cultivos de granos”.

“Podemos cultivar dos ciclos al año, es decir que duplicamos nuestra producción. Además, la producción de granos siempre es mayor en los cultivos irrigados”, añadió Koku.

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Llenando la falta de fondos

“La rentabilidad de la irrigación está probada y, en la mayoría de los casos, hay elevados índices de rendimiento”, indicó Badiane.

“Los gobernantes africanos se comprometieron en Maputo en 2003 para que los países destinaran 10 por ciento de sus presupuestos nacionales a la agricultura. Si lo hicieran, una fracción de eso podría servir para financiar la irrigación de 47 millones de hectáreas. La falta de fondos para el riego es enorme porque el potencial es enorme”, añadió.

Al convertir la irrigación en una gran prioridad, los gobiernos africanos pueden atraer innovación e inversiones del sector privado, y facilitar la aceptación de tecnología en la expansión de la agricultura para impulsar el crecimiento económico. Contar con mejores normas para el uso sostenible y seguro del agua también es un factor que permite impulsar el desarrollo de la irrigación.

El riego permite a los agricultores producir durante períodos prolongados, en particular en áreas donde llueve poco, destacó Badiane.

Ampliar lo que funciona

Badiane señaló que el desarrollo de la irrigación ayudará a lograr objetivos en materia de seguridad alimentaria y nutricional en el marco de la Agenda de la Unión Africana para 2063 y de la Declaración de Malabo.

Un elemento fundamental fue lograr la aceptación de las más altas autoridades que necesitan pruebas de que la irrigación funciona.

Las autoridades no se toman la innovación a la ligera porque saben que el costo del fracaso es extremadamente alto, indicó Badiane. Redoblar el desarrollo de la irrigación contribuirá a la transformación de la agricultura.

“África, en particular, necesitará nada menos que de una completa transformación de la gestión del agua”, observó Nathanial Matthews, director de programa de la Asociación de Resiliencia Global, que reúne a organizaciones públicas y privadas que buscan construir “un futuro sostenible y próspero para lugares y personas vulnerables”.

Matthews urgió a África a transformar la forma en que usa el agua, redoblando las prácticas tradicionales, desplegando nuevas tecnologías y mejorando la gobernanza.

“Urge pasar a la acción, con 95 por ciento del continente con una agricultura dependiente de las lluvias y 25 países donde el hambre, la pobreza y la subnutrición ya son generalizadas”, añadió Matthews en diálogo con IPS.

Fuente:

Busani Bafana

IPS

IPS

Traducción:

Verónica Firme

Diciembre, 2018