Más de lo que imaginaron: estudio descubre deforestación extendida en bosques africanos

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Deforestación

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Imagen del banner: cebras en Tanzania. Foto: Rhett A. Butler/Mongabay.

  • Una investigación nueva descubrió que las tasas de deforestación entre el 2007 y el 2010 en los bosques del sur de África eran cinco veces superiores a lo que se creía.

  • Alrededor del 17 % del área se degradó durante el periodo mencionado, según descubrieron los investigadores.

Las tasas de deforestación en los bosques del sur de África son cinco veces superiores a las calculadas anteriormente, según una investigación reciente.

Más deforestación, combinada con una degradación extendida de estas sabanas, significa entre tres y seis veces más de pérdida de carbono en comparación con los cálculos previos, según escriben Edward Mitchard y sus colegas en Nature Communications (publicada el 2 de agosto).

“La deforestación y la degradación no solo se concentran en bosques tropicales densos”, afirmó en una entrevista Mitchard, un científico ambientalista de la Universidad de Edimburgo, Escocia. Las sabanas boscosas, la mayoría de las cuales está en el sur de África, también están en peligro, según agregó.

Sabana boscosa en Malaui. Foto: Dr. Thomas Wagner, asesoría e investigación medioambiental y agrícola (CC BY-SA 3.0)], a través de Wikimedia Commons.

Mucho de lo que sabemos sobre la interacción compleja entre deforestación, degradación y regeneración proviene de fotografías tomadas por satélites, que los científicos pueden utilizar para comparar la variación de tonos de verde como una ventana hacia lo que está ocurriendo con los bosques del mundo.

Eso funciona bien para las pluviselvas, que conservan el color verde durante todo el año. No funciona tan bien con las sabanas boscosas que, durante la estación seca, se tornan marrones durante una parte del año. Una vez que llegan las precipitaciones, las hojas vuelven a crecer en los árboles y el pasto cubre la región, lo que complica más el análisis de los científicos.

“Todo se confunde por el pasto —sostiene Mitchard—. Hace tiempo que sabemos que los métodos estándar para monitorear la deforestación son muy poco eficientes en estos sistemas”.

Entonces, Mitchard y sus colegas, Casey Ryan e Iain McNicol, tomaron un rumbo diferente: utilizaron datos de radar recolectados por la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) para Angola, Malaui, Mozambique, Tanzania, Zambia y Zimbabue, así como también para las sabanas boscosas de la República Democrática del Congo.

La ventaja de los datos de radar es que “ve la biomasa real de los árboles”, según explicó Mitchard. Lo que lo hace más complicado en comparación con las imágenes satelitales es que la información del radar requiere “muchas correcciones y procesamiento”, según agregó. También se necesitaron varias parcelas en el campo para calibrar lo que habían encontrado en los datos.

Reservas de carbono en las sabanas boscosas del sur de África. Imagen cortesía de McNicol et al., 2018.

Debido a lo difícil que ha sido solucionar la deforestación y la degradación en los bosques, haber descubierto una tasa de deforestación más alta y una pérdida de carbono entre tres y seis veces superior no fue una sorpresa tan grande, según dijo Mitchard.

“El verdadero resultado importante que no esperábamos tanto es ver que la degradación está afectando a una zona realmente extensa —explicó y agregó que abarca un 17 % de la región—. Más de la mitad de pérdida de biomasa se debe a la degradación, algo sobre lo que anteriormente no teníamos cálculos”.

Una luz de esperanza se dio al descubrir que hubo reforestación en casi la mitad de las sabanas del sur de África. Esta compensación en el aumento de biomasa significó que, entre el 2007 y el 2010, la cantidad de dióxido de carbono conservado en los árboles de la región se mantuvo más o menos estable, a alrededor de 6100 millones de toneladas.

Mitchard y sus compañeros planean utilizar datos de radar más actuales en futuros estudios para determinar si estas tendencias continúan a lo largo de toda la región.

Un elefante africano en Zimbabue. Foto: Tiffany Roufs y Jeremy Hance/Mongabay.

Como era de esperarse, los investigadores descubrieron que las tasas más altas de deforestación y degradación ocurren alrededor de zonas densamente pobladas. El uso más prominente entre los muchos usos del bosque es la “recolección insustentable de carbón”, utilizado por los habitantes citadinos, principalmente, para cocinar y para calefacción, según explicó Mitchard. El carbón y la madera sin procesar proveen casi el 80 % de la energía de la región.

Pero la influencia que tiene la recolección de carbón en las zonas forestadas también presenta una oportunidad, según comentó Mitchard. Alentar el uso de cocinas más eficientes podría ayudar a disminuir la presión sobre los bosques respecto del carbón, según planteó Mitchard. En un aspecto más general, los proyectos REDD+ diseñados para “reducir las emisiones por deforestación y por degradación de bosques”, también podrían financiar la restauración de bosques, que podría aumentar las reservas de carbono y promover el desarrollo económico.

“En realidad, existe mucho carbono almacenado en sabanas y bosques”, afirmó Mitchard. Además, “mucha gente vive allí y suelen ser las personas más pobres del mundo”.

“Es una victoria fácil”, agregó.

Señaló que es esencial atender las causas de la degradación antes de que esos bosques desaparezcan por completo.

“Hemos demostrado que esta región puede recuperarse muy rápido, y el bosque podría regresar”, dijo Mitchard. Los obstáculos para que un bosque vuelva a crecer son mucho más grandes si se da una deforestación completa.

“Una vez que se pierden árboles en un paisaje —sostuvo Mitchard—, es muy difícil recuperarlos”.

Fuente:

John C. Cannon

MongLatam

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Traducción:

Natalia Steckel 

Diciembre, 2018

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