Poesía de Rafael Alberti Merello "El viento que viene y va " / Leyenda " Personajes míticos del Paraná"

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Poesía, Ríos y Leyendas

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1902 - 1999

Rafael Alberti Merello nació en Cádiz el 16 de diciembre de 1902.

Está considerado uno de los mayores literatos españoles de la llamada Edad de Plata de la literatura española, cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos.

Tras la victoria franquista, Alberti y María Teresa León se exiliaron a París, donde se instalaron, hasta que el gobierno de Pétain les retiró el permiso de trabajo por ser considerados comunistas peligrosos.

En 1940, ante el avance y la amenaza nazi, salen desde Marsella a bordo del “Mendoza” con destino a Buenos Aires, adonde llegaron el 2 de marzo de 1940, instalándose en la capital argentina, donde nace su hija Aitana.

Posteriormente marchan a Chile siendo acogidos por Pablo Neruda.

Vivieron así mismo en Punta del Este y en Roma.

Regresaron a España en 1977, tras de la muerte del dictador y la posterior instauración de la monárquica.

En la primera legislatura democrática es elegido diputado al Congreso en las listas del Partido Comunista, pero renunció muy pronto al escaño para continuar poder continuar escribiendo, pintando, y asistiendo a recitales, conferencias y homenajes multitudinarios.

No logró un sillón en la Academia de la Lengua, pero le fue concedido el premio Cervantes en 1983.

Antes obtenido otros importantes galardones, como el Lenin de la Paz, en 1965, y el premio Roma de Literatura en 1991, además del Premio Nacional de Teatro en 1980. Renunció al Premio Príncipe de Asturias, siendo leal con sus convicciones republicanas.

Murió el 28 de octubre de 1999, en su casa de El Puerto de Santa María, su pueblo natal. Sus cenizas fueron esparcidas en el mismo mar de su infancia, aquel que cantó en su obra “Marinero en Tierra”.

Decir Rafael Alberti, es decir Cadiz, es decir mar, es decir volar y sobre todo es decir España y libertad.

Poesía

El viento que viene y va

¡Bañado del Paraná!

Desde un balcón mira un hombre El viento que viene y va.

Ve las barrancas movidas Del viento que viene y va.

Los caballos, como piedras Del viento que viene y va.

Los pastos, como mar verde Del viento que viene y va.

El río, como ancha cola Del viento que viene y va.

Los barcos, como caminos Del viento que viene y va.

El hombre, como la sombra Del viento que viene y va.

El cielo, como morada Del viento que viene y va.

Ve lo que mira y mirando Ve sólo su soledad.

Personajes míticos del Paraná

El río Paraná alberga una gran cantidad de personajes míticos relaciona- dos con la fauna autóctona del lugar. Estos son algunos:

Dentro de los más populares encontramos al Yaguarón : criatura fabulosa con cuerpo de serpiente, cabeza de perro y grandes colmillos, el cual vive en cavernas subterráneas o en las márgenes del río cercano a las islas.

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El Carpincho Blanco, era un animal que observado por los pescadores o pobladores de las islas augura mala suerte en la vida y en la pesca, cuan- do se acerca a los isleños emite un sonido muy fuerte con sus dientes, los cueles se ven con facilidad por sus dimensiones, propias de un roedor.

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Para los guaraníes, en uno de los periódicos cataclismo que destruyen la tierra, el sol chocó contra ésta, originando un descomunal incendio que arrasó la selva. Aterrados, muchos hombres se arrojaron al río Paraguay y se convirtieron en carpinchos o yacarés, que permanecieron luego en su nuevo habitat.

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El Cambais tiene características de humano, con cabeza de hombre y cuerpo de pez, cubierto de escamas, viejo enemigo de los pescadores y de los niños.

cambai

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Aparte de estos seres fabulosos, muchos animales (como el dorado, el carpincho y el yacaré) y vegetales (como el camalote y el irupé) de la re- gión son dotados de características fantásticas y transformados en prota- gonistas de mitos y leyendas.

Entre los tobas, los yacarés están protegidos por un Padre y una Madre míticos que castigan los daños innecesarios que se hagan a sus hijos

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Para este pueblo el yacaré tiene una función religiosa considerable, ya que es el encargado de hacer cruzar sobre su lomo a las almas atravesando el río que separa la tierra del mundo de los muertos. Tras la muerte, el lekapal o espectro se dirige hacia dicho río, ubicado en algún lugar hacia el este, e invoca respetuosamente al quom (yacaré), tratándolo de abuelo, pues no conviene enemistarse con él, único acceso al otro mundo.

Los tobas dividen el mundo en tres partes: un mundo superior (el cielo), otro terrestre y otro subterráneo (acuático). La morada de los muertos se ubi-ca en este último, por eso es coherente que sea el yacaré-animal anfibio-el intermediario con el más allá.