La tendencia actual de los glaciares andinos es de retroceso acelerado
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Glaciares
El retroceso de los glaciares y la pérdida de volumen son una realidad y continuarán en el futuro en todas las regiones de los Andes, lo que provocará cambios hidrológicos importantes que afectarán a las comunidades y los ecosistemas.
En entrevista con Mongabay Latam, Bolívar Cáceres, experto ecuatoriano, asegura que el proceso se ha acelerado en los últimos 30 años y países como Colombia, Ecuador y Venezuela han perdido gran parte de sus glaciares.
Los glaciares son una de las más grandes reservas de agua dulce del mundo y varios países sudamericanos, principalmente ubicados sobre la cordillera de Los Andes, cuentan con importantes masas de hielo en sus territorios. Los datos oficiales más recientes hablan de 23 641 (km2) de masa glaciar en Chile para 2014, 2568 km2 para Argentina en 2014, 1298,6 km2 para Perú en 2017, 346,4 km2 para Bolivia en 2005, 42 km2 para Ecuador en 2017 y 39 km2 para Colombia en 2017. En Venezuela solo sobrevive un glaciar.
Hace poco la Unesco publicó el ‘Atlas de Glaciares y Aguas Andinos: El impacto del retroceso de los glaciares sobre los recursos hídricos’ en el que se dan varios mensajes claves. Las temperaturas han ido en aumento en los Andes y hay evidencia de la amplificación por altitud, fenómeno por el que las temperaturas aumentan más rápido a mayor altitud. Según algunas previsiones, las temperaturas podrían aumentar aún más en los Andes tropicales, entre 2 ºC y 5 ºC, antes del fin del siglo XXI. En los Andes meridionales, las temperaturas podrían subir entre 1 ºC y 7 ºC. Los glaciares están retrocediendo en todos los países andinos y el proceso más rápido corresponde a los glaciares de menor altitud de los Andes tropicales. Además, se ha alcanzado el “pico hídrico” (peak water) en muchos glaciares de los Andes, lo que significa que la escorrentía del agua de deshielo continuará disminuyendo en el futuro.
Mongabay Latam habló sobre el derretimiento de los glaciares con Bolívar Cáceres, glaciólogo ecuatoriano, uno de los revisores del informe y miembro del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología del Ecuador (Inamhi).
Bolívar Cáceres lleva más de 20 años dedicado al estudio de los glaciares en Ecuador. Foto: Inamhi.
¿Cuál es la importancia de los glaciares para los países andinos?
Bolívar Cáceres (B.C.): eso depende de cada país y cada región. En Perú y en Bolivia tienen gran importancia para la provisión de agua potable y de regadío, mientras que, por ejemplo, en Ecuador y Colombia, al contar con una masa glaciar mucho menor, no representan una importancia tan alta, por lo menos, en cuanto a provisión de agua para consumo.
En Ecuador, la pérdida de masa glaciar se ha relacionado con la desaparición de varias especies de animales y plantas que son muy importantes para las comunidades, por lo general indígenas, que viven cerca de estas montañas. Los glaciares también tienen una gran importancia turística y hasta cultural y espiritual.
¿Cuál es la tendencia actual de los glaciares?
B.C.: A nivel global es de retroceso y se ha acelerado en los últimos 30 años. Sin embargo, existen lugares donde los glaciares, por condiciones de morfología y clima, en lugar de retroceder están avanzando, pero esos son casos muy puntuales y particulares. La tendencia global es de retroceso.
El derretimiento de los glaciares es un proceso natural que se ha acentuado por las actividades del humano. Foto: Inamhi.
¿A qué se debe ese derretimiento acelerado?
B.C.: Es un fenómeno natural, que además se ha visto afectado por la actividad del hombre. Esto ha provocado una variación en la temperatura, con una tendencia al incremento de manera generalizada, y una variación en las precipitaciones (lluvias). También hay otros factores como la radiación solar y las erupciones volcánicas, que son factores que no se pueden controlar.
Los cambios se dan a largo plazo. El derretimiento de los glaciares es un fenómeno geológico relacionado con la dinámica del planeta que también tiene que ver con la variación en el campo magnético y las corrientes marinas, además de muchas otras variables que intervienen y entre las que está la actividad humana. Sabemos que el hombre aporta a este fenómeno pero actualmente no podemos decir en qué porcentaje la actividad humana afecta el proceso natural de derretimiento.
¿Qué pasará cuando nos quedemos sin glaciares?
B.C.: A nivel global el derretimiento de los glaciares implicaría, en especial de los grandes casquetes polares, un aumento en el nivel del mar. Eso es algo que no podemos evitar y debemos desarrollar medidas para adaptarnos a las nuevas condiciones que se van a dar en los próximos 50 a 100 años
Decirle qué pasaría exactamente en cada país es algo que no puedo responder, pero podría decirle qué pasaría acá en Ecuador. Las ciudades grandes como Quito, que toman el agua de los ecosistemas de montaña, no se van a quedar sin este elemento porque la mayor parte del agua viene de las precipitaciones, de la lluvia que cae en los páramos y luego se distribuye. El proceso de derretimiento de los glaciares en la montaña lo que hace es regular ese ciclo en las épocas secas.
En el caso hipotético que desaparecieran los glaciares en Ecuador, la captación de agua para provisión humana seguiría proviniendo del páramo y el déficit de la regulación hídrica que hacen los glaciares se tendría que hacer con una mejor y real administración racional del agua.
El volcán nevado Antisana se encuentra a 5704 metros sobre el nivel del mar. Foto: Inamhi.
¿Existen estrategias para protegerlos?
B.C.: El deshielo de los glaciares es un fenómeno natural que no se puede controlar de manera total. Algunos países han hecho experimentos para poder recuperarlos o protegerlos, por ejemplo, utilizando membranas sintéticas para cubrirlos y así evitar que tengan una fusión acelerada (paso de sólido a líquido) o utilizando algún dispositivo para que no sufran una fusión intensa. Pero son esfuerzos bien localizados y muy difíciles de ejecutar por logística y costos. Muy difícilmente podrían generalizarse.
Tenemos que pensar mucho en medidas de adaptación para la población cercana a los glaciares y tratar de que el fenómeno no se acentúe. Muchos indígenas o personas que viven en las montañas tienen dentro de sus costumbres destruir el páramo y piensan que quemándolo se regenera el suelo. Al hacerlo se afecta el régimen hídrico, así que hay que trabajar con ellos para que tomen conciencia del impacto de estas actividades aunque muchas ya sean tradición. También se debe controlar el nivel al que se tienen los cultivos, que la frontera agrícola no siga subiendo para que no se pierda el efecto recolector de agua que tiene el páramo, que en últimas es como una esponja que recoge el agua y la va soltando poco a poco.
Además, el aumento de la temperatura en el planeta es algo que no depende de los países pequeños sino de los grandes países industrializados, quienes emiten la mayor cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera. A los países pequeños no nos queda más que tomar medidas de adaptación. Aunque eso no frene del todo el evento, es muy difícil controlar la gran actividad de los grandes emisores, ya que muchos de ellos tienen el compromiso de reducir sus emisiones pero en realidad no lo hacen.
La tierra que queda libre de hielo tarda entre 30 y 50 años en repoblarse por otros otros organismos. Foto: Inamhi.
¿Qué efectos deja la desaparición de los glaciares sobre otros ecosistemas?
B.C.: No soy experto en ese campo en particular pero cuando un glaciar retrocede deja libre un espacio de tierra que inicialmente estaba cubierto por hielo o nieve. Los organismos como las plantas y los animales tardan un periodo de entre 30 y 50 años en repoblar ese sitio.
Hay un cambio evidente en los ecosistemas de montaña, los ríos de alta montaña se ven afectados porque se dan cambios tanto en la composición química del agua que baja como en el suelo y eso afecta al ecosistema en general.
¿Qué se puede encontrar en el Atlas de Glaciares y Aguas Andinos?
B.C.: Se desarrolló en un lenguaje muy sencillo, con muchos gráficos, mapas y tablas. Va orientado hacia los tomadores de decisiones, para que ellos tengan claro cómo es la evolución de los glaciares y la disponibilidad del recurso hídrico en las partes altas y de montaña. Busca concientizar sobre este fenómeno, que también está relacionado con el cambio climático. Adicionalmente, se muestran algunas medidas de adaptación que se han ejecutado para contrarrestar los efectos del cambio climático en las zonas de montaña.
La zona nevada del Antisana. Foto: Inamhi.
¿Cómo comenzó su interés por los glaciares?
B.C.: Yo soy ingeniero civil y como trabajo de grado hice el balance de masa de un glaciar del Antisana en Ecuador. Me formé con un colega francés y aprendí con él. El Inamhi tiene un programa de cooperación con los franceses, necesitaban un técnico, apliqué y gané el concurso. Desde ese momento asumí la responsabilidad de las investigaciones en glaciares en el Ecuador y de eso hace ya 20 años.
¿Y su vinculación con la Unesco?
B.C.: En el 2003 la Unesco propició la creación de un grupo de personas para hacer estudios de la criósfera y glaciares en nueve países de Latinoamérica. Yo soy el representante por Ecuador y uno de los fundadores del Grupo de Trabajo en Nieves y Hielos. He sido el coordinador general en dos ocasiones (4 años) y una vez vicecoordinador (2 años).
Bolívar Cáceres. Foto: Inamhi.
Para usted, ¿qué es lo más difícil de hacer ciencia?
B.C.: Definitivamente tener los recursos. Es un problema generalizado en Latinoamérica, no hay mucho apoyo local. Tenemos que buscar la manera de acercarnos a las cooperaciones internacionales y a organismos de financiamiento como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, etc, para poder desarrollar las investigaciones.
Cuando el Inamhi tenía una mejor situación económica nos apoyaba bastante, pero ahora que la situación del país es un poco complicada, ese apoyo sigue, pero se redujo sustancialmente.
¿Qué es lo que más disfruta de hacer ciencia?
B.C.: Trabajar con las comunidades y ayudarlos en la medida de las posibilidades. Transmitir lo que haces y que las personas se interesen por los ecosistemas de montaña es una gran satisfacción personal. Yo estudié en universidad pública así que, de alguna manera, devolverle a la sociedad lo que esta invirtió en mí es una motivación para seguir investigando.
Fuente:
Antonio José Paz Cardona
Febrero, 2019