Poesía de José María Cotarelo Asturias "Río Humilde" / Leyenda "El oro de Rhin"
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
José Mª “Chema” Cotarelo Asturias
Escritor, poeta, crítico, articulista y dramaturgo español. Nació 11 de abril de 1961 en Taramundi, Asturias (España). Pertenece a academias de Italia y Portugal y al Circuito Literario Andaluz del Centro Andaluz de las Letras. Ha sido nombrado Hijo Predilecto de Taramundi (2018). Es Hijo adoptivo de San Lorenzo (Puerto Rico) y visitante ilustre en Villa Carlos Paz (Córdoba, Argentina) y Caguas (Puerto Rico)
Ha sido discípulo de Vicente Aleixandre y José Ángel Valente, además de unirle una profunda amistad con Pepín Bello. Alguna de sus obras están dedicadas a estos autores.
Ha colaborado en prensa y revistas españolas e hispanoamericanas con artículos de opinión y críticas literarias: Ideal, (Granada), Diario de Córdoba, Diario de Extremadura, El Periódico del Guadalete (Jerez), Diario de Tarragona, El Nacional, (México), Aquiana, (León) Los Principios de Uruguay, Norte (Costa Rica), Análisis (Santo Domingo), La Religión (Venezuela), Las Provincias (Valencia) Exégesis (Puerto Rico) En sentido figurado (México). Asimismo, ha sido corresponsal de varias revistas literarias y sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, portugués, italiano, japonés, polaco, turco e hindú.
Ha sido incluido en varias antologías como “Poetas de Granada. Desde la otra orilla” (Ed. Tinta Roja, Rosario, Argentina, 2004) “Versos para un fin de milenio” (2001), “Poesía hispana”, “Poesía universal”, “Alma y corazón en letras” (Argentina) “ Poesía y Narrativa hispana del siglo XXI” (Madrid, 2015). Todo es poesía en Granada. Panorama poético (2000-2015). José Martín de Vayas (antólogo). Granada: Esdrújula Ediciones, 2015.
Ha prologado los libros de poemas: “La luz de esta noche encendida” de Pablo Cecilio Morales (Granada, 2007), “La luz atrapada” de Francisco Vaquero Sánchez, (Ed. Port Royal, Granada 2008), “Ocells caminantes” sobre Miró, y “Serna-Avendaño” (Madrid, 1981), o “De Granada a Estambul”, libro-CD de Hamza Castro, donde este último pone música a algún poema del autor (2011), "Flor de luna" de Iris Miranda ( puerto Rico,2013) “Los secretos de la Historia” de Vidal Mario (El Chaco, Argentina, 2014) "Animal de deseo" de Kris León ( Málaga,2015) “Trazos de Pensamiento” de Gabriel Salguero (Granada, 2015) Nuevos secretos de la historia de Vidal Mario Itá, Paraguay(2018)
Ostenta varios premios de poesía, así como el “Clara Campoamor” en narrativa, por la igualdad entre hombres y mujeres (2006). De la misma forma, ha sido jurado en varios certámenes de poesía y narrativa. Ha asistido como invitado a la Feria Internacional del Libro de San Juan, (Puerto Rico, 2006) y ha representado a España en los III y V Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico en 2011 y 2013.
Poesía
Río Humilde
El río de mi aldea
es un río muy humilde.
Para ser, extiende sus brazos
entre veneros y fuentecillas.
Se pierde por las montañas
y de pura mansedumbre
no muere en el mar,
para morirse en si mismo.
Por ese río que es de barca
baja la luz su melancolía;
espejo es de cuanto el aire
porta, da forma, o se agita.
Un sembrador de palabras,
que bien pudiera ser un niño,
esparce sus propias semillas
y platea el agua con estrofas
que al alba serán mirada o poesía.
Mi río es eco y nostalgia;
es alamo, junco y abedul amarillo
y trae, pero no deja,
tiempo anegado de siglos.
Por estas mismas riveras
aun se oyen viejos suspiros
agua arriba, cuando manso
brota de una grieta perdida.
Hacia dentro el canto,
los puentes de ocasos vencidos
hechos de deseos o de sentimientos
que ya casi son lo mismo.
Al río de mi aldea
nadie le hace caso, nadie
salvo unos pocos molinos
deshechos, con piedras caídas.
Nadie dibujó su cauce
ni las hogueras que en la tarde
arden en su piel antigua.
Ya nadie dice su nombre. Nadie
Yo quisiera ser ese río.
La Leyenda
El oro del Rhin
Hace muchos años había en Germania, en las boscosas orillas del rio Rhin, un pueblo de enanos llamados los Nibelungos. Y era sabido que el Rhin guardaba en su lecho mucho oro, aunque la verdad era que hasta entonces nadie había ido a comprobarlo.
Los Nibelungos vivían en cavernas subterráneas trabajando con maravillosa habilidad los metales y las piedras preciosas. Alberico, su rey, era el hombre más rico de la tierra, pues poseía arcas llenas de oro y cofres rebosantes de joyas y gemas rarísimas.
Sin embargo, a pesar de su riqueza, Alberico codiciaba también el oro del Rhin, Y tanta era su obsesión por aquel metal, que no cejó hasta bajar al fondo de las aguas. Allí estaba, en efecto, el oro soñado. Tres ninfas lo custodiaban. Pero sin oponer ninguna resistencia, le advirtieron:
-Quien se apodere de este oro obtendrá el poder, pero jamás será favorecido por el amor.
-Prefiero el poder -replico Alberico. Y, cargando con el oro, regresó a su cueva, donde obligó a su hermano Mime, que era un gran artífice, a que le fabricara un yelmo con el que pudiera hacerse invisible y transformarse como se le antojara. En cuanto al oro de; Rhin, lo utilizó para hacerse un anillo, que debía darle el poder y obtener con él todo cuanto quería.
Por aquellos días precisamente, los gigantes Fasolt y Fafner habían terminado en la morada de los dioses el maravilloso palacio del Walhalla, por lo cual Wotan, dios de los dioses, les habla prometido entregarles a Freya, la diosa de la inmortalidad, encargada de servir las manzanas de oro, con las cuales las divinidades se mantienen en una permanente juventud.
Cuando Wotan vio el palacio terminado, se resistió a cumplir la promesa dada a los gigantes y encomendó a Loge, dios del Fuego:
—Anda, busca alguna cosa para lograr que los dos gigantes renuncien a Freya.
Pero a poco regresó Loge diciendo:
He buscado mucho, pero nada se puede hallar que iguale a tan maravillosa mujer.
Fue por entonces cuando, casualmente, Wotan se enteró del robo del oro del Rhin, y ni corto ni perezoso llamo a Loge y le dijo:
He de obtener ese oro para dárselo a los gigantes a cambio de la diosa Freya.
Acto seguido los dos se encaminaron a la cueva del nibelungo, donde encontraron al enano Alberico acariciando sus joyas, entre las que destacaban el reluciente yelmo y el magnífico anillo. Al ver a Wotan en persona en su caverna, se sintió tan ufano y satisfecho que empezó a hablarle, excitado y vanidoso, de las virtudes que poseían tanto el yelmo como el anillo.
Wotan y Loge cruzaron una mirada de inteligencia y fingieron mostrarse incrédulos.
Y tú puedes, por ejemplo – le dijeron—-, ¿convertirte ahora mismo en sapo?
¡Ya lo creo! —-respondió Alberico.
Y repentinamente realizó lo que le habían pedido. Pero su vanidad le perdió. Al verle convertido en el pequeño y repugnante animal, Loge le puso el pie encima para aprisionarlo. Inútilmente pidió el enano que lo soltaran. Al final no tuvo más remedio que ceder todos sus tesoros, junto con el yelmo y el anillo encantados.
Pero en el momento de entregarles todas sus riquezas, Alberico se dejó arrebatar por la cólera y lanzo una terrible maldición:
¡Que ese oro traiga al mundo muerte y destrucción!
¡Y que este anillo sea maldito y traiga la desgracia a todos los que lo posean!
Sin escuchar las furiosas imprecaciones del enano, Wotan y Loge cargaron con todo y salieron corriendo hacia el Walhalla, donde seguidamente el padre de los dioses llamó a los gigantes Fasolt y Fafner y les ofreció todas las riquezas que el nibelungo había amontonado gracias al anillo.
—Os las doy todas con tal que renunciéis a Freya.
Aceptamos – respondieron los gigantes—, pero con la condición de que estas riquezas cubran a Freya totalmente de cabeza a los pies.
Empezaron a amontonar los tesoros, pero al final hubo que añadir también el yelmo y el célebre anillo para que la diosa de la inmortalidad quedase absolutamente cubierta.
Wotan vio, desolado, cómo todo el tesoro pasaba a manos de los gigantes, pero en mala hora para su bien, pues, una vez el anillo en su poder, comenzaron las muestras de que se cumplía exactamente la maldición del nibelungo.
Efectivamente, a la hora, de repartirse el tesoro ganado a Wotan, Fasolt y Father, que hasta entonces habían ido siempre de acuerdo, empezaron a pelear tan furiosamente que el primer gigante queda sin Vida.
Aprovechándose de la lucha entre los dos gigantes. Wotan se apoderó de nuevo del mágico anillo. Pero al reflexionar, comprendiendo que iba ligado a un maleficio, dispuso que quedara en la gruta de un bosque, guardado por Fafner, el gigante homicida al que transformo en un horrible dragón.
Después, olvidando Wotan todo lo ocurrido, tomó a su esposa Friga de la mano y se trasladaron al Walhalla.
Sin embargo, alguien había que deseaba apoderarse de todo aquel tesoro. Era alguien que había asistido a la escena, desde el momento de convertirse Alberico en sapo hasta la transformación del gigante Fafner en terrible dragón: el enano Mime, el nibelungo tan cobarde y feo como buen forjador de metales.
Cuando Mime vio ocultar en la gruta del bosque inmenso tesoro, astutos sus ojillos brillaron de codicia y ya no pensó más que en llegar a ser dueño do todas aquellas riquezas que custodiaba el dragón.