El “mowigate” salmonero noruego en el sur de Chile

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

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Bajada Ibañez

Resulta paradójico por decir a la menos, que todo lo que debatimos y hablamos en los años 90 del siglo pasado, en lo que a medioambiente se refiere, se ha transformado en realidad y como. El cambio climático que se proyectaba en esos años se ha dejado caer con toda su fuerza en nuestro querido y amado Chile.

Las palabras que se dijeron en esos años se las llevó el viento y el cambio climático nos pillo como si no lo hubiéramos debatido o estudiado y eso en si mismo es muy triste. Porque pudo haberse marcado una diferencia positiva y haber utilizado ese pre-conocimiento para liderar el proceso de reconversión a nivel planetario en este delicado tema; en un Chile que esta lleno de ventajas comparativas en muchos aspectos para resolver estos temas. Como su magnifica diversidad climática y territorial, su tamaño, escasa población si lo comparamos con los países limítrofes y sobre todo, que este magnifico territorio austral tiene la potencialidad más relevante del planeta en Energías Renovables No Convencionales.

En la actualidad abordar la temática ambiental es un tema de sobrevivencia. Tanto ha sido así, que canales de TV abierta en horario prime, estan pasando información al respecto. Chile siempre ha tenido un doble estándar en lo que a defensa y preservación ambiental se refiere. Más que nada porque somos un país que sustenta su economía con la venta de recursos naturales y se hace complicado hacer defensa ambiental, si para mantener al país es preciso utilizar los recursos de las entrañas de la tierra y de los mares; y si además lo hacen empresas extranjeras que poco y nada les interesa el desarrollo sustentable del país y sumamos, que tenemos intereses creados que manipulan a los gobiernos de turno y al mismo congreso, para que los cambios que se necesitan no se lleven a efecto y prevalezcan los corporativos: que nos explican el porque estamos como estamos ante este tema tan relevante y de importancia vital para la proyección de futuro del país.

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Chile; aunque firma tratados ambientales y se compromete a muchas cosas, esa disposición no se ve reflejada como querríamos en las estrategias y en los planes de desarrollo que se implementan en las regiones. Es indudable que lo que vivimos por el cambio climático y el calentamiento global a nivel país, nos ha llevado a tener que convivir con una serie de externalidades que nos ha complicado muchísimo y vivir la sequía más profunda de los últimos 50 años, haciendo que el tema ambiental este siendo tratado con una mayor perspectiva desde el mundo social y eso es un gran adelanto ante un hecho que debe ser abordado en forma profesional y técnica en todos los ámbitos productivos y de servicios que se prestan y que lógicamente deben darse con el apoyo político de los gobiernos de turno. Si no es como hacer una raya en el agua.

Existen dos enfoques en lo que a protección y defensa del medioambiente se refiere y que dada la contingencia y la importancia del tema, es preciso poner en perspectiva para que se entiendan sus definiciones y no se creen falsos paradigmas. Existen dos puntos de vista ante el tema. El ambientalista y el Ecologista; aunque tienen un mismo objetivo sobre el manejo y relación de la sociedad con el medioambiente, son diferentes en estrategias de solución y en la forma de relacionarse con la sociedad y la territorialidad geopolítica del país, haciendo que uno este al servicio de las empresas y el otro al servicio de las personas, las comunidades, el país y del planeta.

Los ambientalistas parten de la premisa que todos los problemas ambientales, económicos y sociales se resuelven bajo la perspectiva económica en el posible lucro de las empresas. Que a su vez sustentan, que el mercado es capaz de resolver los costos ambientales negativos de las diferentes intervenciones productivas y de servicios, con soluciones normativas con tecnologías afines. Lo complicado de este planteamiento, es que estas soluciones estan totalmente fuera de las políticas de gobierno y quedan bajo la fatua responsabilidad del mundo empresarial, surgiendo lo que reconocemos en la actualidad como el mercado “verde”; que no hace más que acelerar el consumo desenfrenado y perverso del desarrollo a como de lugar, en la esperanza de una solución que literalmente no llegara y que con el tiempo termina agravando aun más la crisis existencial ambiental, al integrar en la economía los costos ambientales presentes y futuros relacionados con la producción, al asignarles un valor económico que no tiene, mediante la lógica de la oferta y la demanda y pretender que con eso se solucionaran los problemas. La verdad que con eso no basta dada la magnitud del problema; porque la lógica del mercado es netamente objetiva, no entiende el contexto y se desvirtúa completamente al depender del mercado, que a su vez es manipulado por los grandes empresarios corporativos a nivel planetario. Muy similar a la teoría del “chorreo” que presupone que si a las empresas les va bien, por ende a la sociedad le va bien. Sabemos que eso no es así y nunca lo será. Porque por idiosincrasia corporativa, las transnacionales no piensan en los intereses externos en los países donde trabajan y si en los propios como manda la lógica Económicista, donde lo fundamental es producir al menor costo posible para obtener la mayor rentabilidad posible. Los gobiernos de turno no piensan más allá de los cuatros años que dura su mandato y eso termina siendo un caldo de cultivo para los malos manejos ambientales, al no tener quien responda por ellos.

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Los malos manejos ambientales crean externalidades que no caen sobre las empresas, ante leyes diseñadas para el servicio de las empresas y no del país y con ello constantemente se pasen a llevar los derechos de los territorios y sus comunidades, coartando la proyección de futuro. El mercado se supone que realiza medidas de corrección de carácter técnico, que pretenden solucionar temáticas con subsidios, que son insuficientes para afrontar los serios y complicados problemas socioambientales que crean sus desarrollos productivos. Entendiéndose que las correcciones no afectarán al sistema que propone el mercado, al sustentarse en el crecimiento económico y productivo, que propone el consumo exacerbado y la acumulación de capital. El modelo neoliberal que tan bien le fue en los años 90, tiende a des-regular las actividades económicas en el mercado global y el Estado pasa a ser un simple aparato técnico al servicio del mercado y las empresas corporativas, imposibilitando la solución efectiva de la crisis ecológica, al ignorar los impactos que provoca en el medio ambiente, al reducirlos ideologicamente a simples disfunciones externas, que son resueltas con simples ajustes normativos y tecnológicos.

El ambientalismo discursa que es imposible proyectar un crecimiento continuo, al limitar las capacidades de carga de la producción, al in-visibilizar las externalidades negativas que producen y omitir las leyes de la termodinámica. El desarrollo económico y tecnológico que el ambientalismo propone, esta lejos de resolver las diversas y complicadas problemáticas ambientales que desarrollan, porque no propone un desarrollo justo y no garantiza un reparto equitativo de los costos y beneficios de los recursos naturales y no cubre las necesidades inherentes de los territorios y sus comunidades, actuando directamente en favor de los intereses corporativos, que responden a la simplista lógica del mercado y la diversificación del capital, sin contemplar las serias y negativas transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas que generan, que van en contra de la sustentabilidad, para racionalizar el dominio de la especie sobre la naturaleza.

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Los Ecologista se enfrentan a las ambigüedades y las inconsistencias del enfoque ambientalista-economicista, proponiendo un desarrollo bajo la visión de la sustentabilidad y la ética del hacer. La opción ecologista es más radical al poner al modelo económico-neoliberal, como el culpable de la crisis existencial del planeta. El ecologismo proyecta sustentabilidad y proyección de futuro, proponiendo cambios radicales en las estrategias de crecimiento y desarrollo en las formas sociales y en las políticas relacionadas directamente con el medioambiente. Exigiendo transformaciones sociales, políticas y económicas, por medio de la Ecología Política, a partir del análisis de los efectos, causas y soluciones sustentables, con educación ambiental para develar las contradicciones del sistema de mercado que rigen a las corporaciones internacionales que son dueños de las empresas, especialmente las salmoneras, mineras y forestales. Planteando alternativas de planificación estratégica bajo la “política de los límites” y “ la sociedad de la escasez” con el estudio real de las capacidades de carga y así evitar que las raíces políticas y socioeconómicas de la crisis ambiental sean decadentes, proyectando desde lo local a lo global, creando una organización económica descentralizada, de ciclos cortos y en pequeña escala, para reducir el consumo de energía, con tecnologías de alta durabilidad como las ERNC, proyectando un consumo sano y un estilo de vida responsable con el prójimo, el territorio y el planeta.

Hoy más que nunca es imprescindible cubrir las necesidades esenciales de la sociedad, sin degradar los soportes ecológicos de la vida de los territorios, exigiendo una racionalidad cultural, con valores, conductas y actitudes orientados a preservar la biodiversidad, proyectando la educación ambiental como parte integral de los procesos del conocimiento, reflexión y acción, para que en base a esta nueva racionalidad de la realidad, pongamos en perspectiva una vía para un modelo sustentable, justo y equitativo con el ambiente y la sociedad.

Fuente:

Andrés Gillmore

Aquiaysén

Aquiaysén

Abril, 2019 

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