Poesía de Leticia Luna "Río Bu Regreg" / Leyenda "La milenaria leyenda de los cantores Colosos de Memnón"
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
Leticia Luna es una escritora nacida en México en el año 1965.
Cultiva con especial esmero tanto el ensayo como la poesía y trabaja como editora, difundiendo la obra de otros autores. Ha tenido a su cargo la edición de varias antologías, entre las que se encuentran "Mujeres poetas en el país de la nubes " y "Trilogía poéticade las mujeres en Hispanoamérica", sumamente importantes para la divulgación de poetisas poco conocidas.
Cabe mencionar que se describe a sí misma como una firme apasionada de la poesía feminista y latinoamericana. Colabora de forma periódica con diferentes medios físicos y digitales, con poemas de su autoría y artículos de índole informativo y cultural y es una de las directoras de la editorial La Cuadrilla de la Langosta.
En lo que respecta a su poesía podemos decir que se encuentra inspirada en las bases de la poesía clásica pero que presenta un giro con ciertos adornos vanguardistasaque la vuelven muy auténtica. Entre sus obras podemos mencionar "Hora lunar", "desde el oasis " y " El amante y la espiga". A continuación es posible leer algunos de sus poemas, tales como "Cuando llueve tu poema" (dedicado a Felipe Granados), "El amante y la espiga" (inspirado en el Cantar de los Cantares) y "Sin pájaros ni madreselvas" (dedicado a Benjamín Anaya).
Poesía
Río Bu Regreg
El sol hace brillar la sensualidad del río Bu Regreg
cuando el viento danza con su pequeña furia
y la brisa en la rompiente enciende sus luces de oro
en el horizonte donde cae el sol
El río huele a hombre de sudor salado
¡Todo el verdor lo trae el agua clara!
El excesivo calor vacia su fronda en una sombra rota
cuando un gato descansa en la penumbra.
En Marruecos la vida tiene el tono acanelado de Dios
digo viento y un aire rojizo aparece como oasis
en medio de la lluvia.
Ráfagas ardientes que llegan a los nidos
como el pájaro que vuela frente a mí
Ese pájaro es el espíritudel día
que nos despierta la música del tiempo.
A lo lejos alguien canta una sura
Al-Hamdu Lillaahi Rabbil- 'Aalamiin
(Alabado sea Allah, Señor de las creaciones)
Es la hora del libro cantado del Corán.
Muy cerca la fortaleza antigua
los azulejos desteñidos entre los muros ocres
arriba de los minaretes: cigüeñas
las verdaderas sultanas de Shãlah.
El aire trae un aire fugitivo
cuando levanta el vuelo como esta aves
que aquí viven su eterno paraíso.
El cementerio junto al Bu Regreg
vive la muerte en sus durmientes aguas
Piedras y palmeras bordean la muralla
cuando el río ensancha sus vapores:
la ciudad es un hammam
de sensaciones que transforman
La fruta entra al cuerpo por el olor a dátil
rojo como las bocas dulce como la menta
suelta sus jugos de lima y caña en el azul del día.
Para mi idilio árabe decoro las manos
con caligramas de henna.
Paseando por el Bu Regreg olerlo, mirarlo
tornarse tan dorado: oro bañado por el cielo
un íntimo deseo nace en el pecho
por un momento aparecido aquí
sentido aquí remando tan despacio
tan profundo de eterno
una partícula infinita-mojada y elevada
llena de aire los pulmones
y suelta la risa de los niños
acaricia a las mujeres que se quitan el velo
y a los hombres que aman sólo a una
shukran shukran
la gente mira al cielo
¿es uno de los eclipses de arena del desierto
o un raro espejismo en forma de arcoíris?
Es el momento en que Dios pinta
con su paleta de colores las aguas de Rabat.
La Leyenda
La milenaria leyenda de los cantores Colosos de Memnón
Los Colosos de Memnon, son dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenhotep III, quien reinara el antiguo Egipto durante la dinastía XVIII. Estas estatuas fueron talladas en enormes bloques de arenisca de cuarcita que, a su vez, fueron extraídos de una cantera en El-Gabal el-Ahmar y transportados, de manera increíble, a lo largo de 675 kilómetros hasta ser colocados en su ubicación actual, en la necrópolis tebana. Lugar que con el tiempo fue conocido de modo generalizado como el Memnonio.
Tan imponentes estatuas egipcias han permanecido en la necrópolis tebana, al oeste del río Nilo durante los últimos 3.400 años, desde el año 1350 a. C. Las dos gigantescas estatuas gemelas, de 18 metros de altura cada una, representan al faraón Amenhotep III y fueron posicionadas frente al Nilo, mirando al este y al amanecer. Su propósito era guardar y vigilar la entrada al templo conmemorativo de Amenhotep (o templo mortuorio): un centro de culto masivo construido durante la vida del faraón, donde fue adorado como dios sobre la tierra antes y después de su partida de este mundo.
Parece que en un principio ambos colosos eran exactamente iguales, a diferencia de ahora, que no lo son como resultado de una restauración emprendida en tiempos de los romanos.
Cuentan las leyendas que en el año 27 a.C. un terremoto derribó gran parte del conocido como coloso norte. A partir de entonces, el otro comenzó a «cantar» cada mañana al amanecer. Un curioso hecho que incluso fue registrado por los historiadores y geógrafos griegos Estrabón y Pausanias, quienes relataron que aquel sonido era muy parecido a un golpe y muy semejante, también, al ruido que produce la cuerda de una lira al romperse.
Aspecto actual del Coloso Norte. (Olaf Tausch/ GNU Free )
Estrabón es el que nos da la primera mención de este hecho en la literatura histórica, asegurando, asimismo, haber sido testigo del fenómeno durante su visita al lugar, alrededor del año 20 a. C. Como resultado de ello, la leyenda se propagó de modo viral. Tanto que incluso varios emperadores romanos quisieron ver y oír, por sí mismos, el misterioso fenómeno. La última mención fiable de tales sonidos data del año 196 d. C.
La reconstrucción romana que tuvo lugar aproximadamente en el año 199 d. C. parece que logró acallar los misteriosos sonidos, supuestamente emitidos por el coloso sur, puesto que ya no volvieron a ser escuchados nunca más.
Aspecto que presenta a día de hoy el conocido como Coloso Sur. (Olaf Tausch/ GNU Free )
Se han señalado dos tipos de explicaciones para los sonidos de la estatua. Estrabón indicó que, aunque proviniese del pedestal o fuera debido a personas que caminaran por su base, lo cierto es que no había podido determinar su origen. Ninguna de ambas posibilidades –ni la natural, ni la que afirma que eran producidos por el hombre– , han podido ser comprobadas jamás.
En el caso de que se tratara de un fenómeno natural probablemente fuese provocado por cambios de temperatura y por la evaporación del agua que, al pasar a través de las fisuras, habría producido aquellos misteriosos sonidos. Por el contrario, si detrás del fenómeno se encontraba la mano del hombre, no se explica por qué los sonidos cesaron después de la reconstrucción romana.
Los colosos egipcios de Memnón (1846), óleo del austriaco Hubert Sattler (1817-1904).
Museo de Salzburgo, Austria. ( Public Domain )
Durante los siglos XVIII y XIX, se recogieron algunos testimonios de viajeros que afirmaban haber vuelto a escuchar los extraños sonidos, aunque ninguno de dichos informes resultó ser totalmente convincente.