Chile: más de 5 millones de hectáreas son adheridas a la red mundial de Reservas de la Biósfera

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Reservas de Biosfera

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  • Tres reservas de biósfera ampliaron su radio para incluir una zona de amortiguación y transición.

  • Las reservas de la biósfera no están incluidas en la legislación chilena por lo que su protección no está asegurada por ley.

El Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la UNESCO amplió tres reservas chilenas que pertenecen a la Red Mundial de Reservas de Biósfera. Se trata del Archipiélago Juan Fernández, ubicado a 670 km del continente, y que pasó de tener 9967 hectáreas (ha) a abarcar 1 219 558 ha. La segunda es Laguna San Rafael, ubicada en la austral región de Aysén, donde confluyen ríos, lagos, llanuras, bosques e imponentes glaciares. Con una expansión original de 1 742 000 hectáreas, hoy esta reserva de la biósfera alcanza las 5 130 462 ha. Por último, Torres del Paine, uno de los destinos turísticos más visitados de Chile, amplió su área de 184 000  a casi 771 000 ha.

La Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, declaró que después del diagnóstico publicado en el informe de la plataforma IPBES —que entregó resultados alarmantes sobre la salud del planeta— «la vitalidad de la red de reservas de biósfera es una fuente de esperanza para el futuro”.

Detrás de la gestión de las reservas

En 1976 fueron creadas las primeras reservas de biosfera en el mundo y un año después se empezaron a proclamar las primeras en Chile. Se trataba del Archipiélago de Juan Fernández, Laguna San Rafael y Torres del Paine creadas en 1977, 1979 y 1978 respectivamente. En 1995, el Programa sobre el Hombre y la Biósfera (MAB) de la Unesco adoptó la “Estrategia de Sevilla” a partir de la cual se estableció que cada reserva de la biósfera debería contar con tres zonas: la núcleo, correspondiente a una área estrictamente protegida que contribuye a la conservación de los paisajes, ecosistemas, especies y variaciones genéticas; la de amortiguación, que rodea el núcleo, donde se pueden realizar actividades compatibles con prácticas ecológicas que contribuyan a la investigación y la educación científica y, por último, la zona de transición, que rodea la de amortiguación, donde las comunidades promueven actividades económicas y humanas sostenibles.

Laguna San Rafael. Foto: Ministerio de Medioambiente

“En el momento que se adopta esta estrategia los países deben ponerse al día en este nuevo tipo de reserva de biosfera”, explica María Rosa Cárdenas, especialista del Programa MAB de la UNESCO. Es por eso que hoy, Chile, para cumplir con el Marco Estatutario de la Red Mundial, “debió ampliar las reservas y rezonificarlas para incluir una zona de amortiguamiento y transición”, agrega Cárdenas.

La riqueza biológica por conservar

El puma (Felis concolor), el huemul (Hippocamelus bisulcus) —en Peligro de Extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)—, el guanaco (Lama guanicoe), el zorro culpeo (Canis culpaeus) y el zorro chilla (Canis griseus) son algunos de los extraordinarios mamíferos que habitan en Torres de Paine. Se trata de un lugar codiciado por documentalistas y fotógrafos del todo el mundo debido a sus imponentes montañas formadas hace 12.5 millones de años y donde es común ver volar al cóndor andino, en categoría de Casi Amenazado de acuerdo a la UICN.

El Archipiélago de Juan Fernández, por otro lado, posee más plantas endémicas por unidad de superficie que cualquier otro sistema insular en el mundo. Solo al considerar las especies vasculares endémicas se cuentan dos familias, 12 géneros y 135 especies de plantas. Esto corresponde a más del 5 % de las plantas vasculares endémicas de Chile en solo el 0,01 % de su territorio. Además, el Archipiélago Juan Fernández es el hábitat de un tercio de las aves endémicas de Chile y, en sus recursos marinos, tiene un endemismo cercano al 25 %.

El puma. Foto Rhett A. Butler

El puma. Foto Rhett A. Butler

Es por eso también que, en los alrededores de Juan Fernández, se han declarado en los últimos años parques marinos como Monte Submarino, el Arenal, El Palillo, Tierra Blanca y Lobería Selkirk, que hoy son parte de la zona núcleo de la reserva de la Biósfera.

Laguna San Rafael, por su parte, se caracteriza por tener una gran diversidad de ecosistemas. En las zonas oceánicas prima, además del mar que constituye 1 612 000 ha entre zona núcleo y de amortiguación, los bosques siempre verdes y las turberas. Estos últimos son ecosistemas en base a musgos creados por acumulaciones orgánicas que no se descomponen y que son importantes reservorios de carbono, por lo que contribuyen ampliamente a la mitigación del cambio climático. En la zona de cordillera crece el bosque caducifolio y se extienden las 400 000 ha del Campo de Hielo Norte, una extensión de glaciares que, junto al Campo de Hielo Sur, constituyen la tercera extensión de hielos continentales más grande del mundo tras la Antártida y Groenlandia. “Toda esa diversidad de ambientes en estas latitudes patagónicas son lo que le otorgan el valor natural a este lugar”, dice Dennis Aldridge, jefe, en Aysén, del departamento áreas protegidas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), la institución autónoma del Estado encargada de gestionar las áreas protegidas.

Nudibranquio en Juan Fernández. Foto de Oceana I Manu San Félix

Las implicancias para Chile

La creación de reservas de biósfera sirve como una herramienta de ordenamiento territorial para que, en los alrededores de las zonas núcleo, se desarrollen únicamente actividades económicas amigables con el medio ambiente. Esto permite disminuir la presión sobre las áreas protegidas y asegurar su conservación.

Lo que sigue a la ampliación de las reservas será entonces conformar un comité de gestión, elaborar un plan de manejo e implementar acciones para su administración. “La apuesta es que dentro de las zonas de amortiguación se pueda instalar un modelo de gestión territorial en términos de producción o servicios que se realicen con otra mirada, una mucho más cercana a la conservación, y que por tal motivo ese producto o servicio tenga un valor adicional”, explica Aldridge. Sin embargo, agrega que “puede darse el caso, como ya ha ocurrido antes, que la reserva de la biosfera finalmente no logre engranar con el territorio y sus habitantes. Todo dependerá de las capacidades que existan, del entusiasmo que tenga el comité de gestión y del tipo de iniciativas”. Y es que, en la práctica, aunque Chile adquiere el compromiso internacional de proteger sus reservas de la biósfera no está obligado legalmente a hacerlo.

Torres del Paine. Foto: Götz Friedrich, Pixabay

Las reservas de biosfera, reconocidas internacionalmente, son propuestas por los gobiernos quienes asumen el compromiso de gestionarlas en beneficio de la conservación. Sin embargo, estas se encuentran bajo la jurisdicción soberana del país en el que están situadas por lo que si la figura de ‘Reserva de la Biosfera’ no está considerada dentro de la normativa nacional no existe ningún marco legal que obligue a que sean efectivamente protegidas, explica Mario Gálvez, coordinador nacional de reservas de la biosfera en la CONAF.

En el caso de Juan Fernández, Laguna San Rafael y Torres del Paine, sus zonas núcleo son también reservas nacionales por los que esas áreas, las núcleo, sí cuentan con un amparo legal. No así las zonas de amortiguación y transición.

Torres del Paine. Foto: Pixabay

Gálvez considera que es “una dificultad que tenemos como país porque el proponente de un proyecto (que quisiera instalarse en área de amortiguación o transición), al momento de presentarse ante el sistema de evaluación ambiental, puede decir ‘la ley no me exige a mí que yo haga un estudio más específico del área’ y por lo tanto se trata al territorio como si fuera cualquier otro, desafortunadamente”.

Cárdenas confirma que “en aquellos países donde la figura de ‘reserva de biosfera’ está dentro de la normativa nacional, el estado de protección suele ser mejor”. Es el caso de Perú, Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, entre otros.

“El país debe avanzar en incorporar el reconocimiento de reserva de la biósfera en alguna legislación nacional de modo tal que los criterios puedan ser exigibles a quienes realicen actividades en el territorio”, opina Gálvez y agrega que “hay varios cuerpos legales que están en discusión en el parlamento que hacen mención a las reservas de la biosfera, por lo que abrigo la esperanza de que en alguno de ellos quede establecido que estos territorios están afectos a la legislación nacional”.

Fuente:

Michelle Carrere

Mongabay

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Julio, 2019

Reservas de BiosferaComentario