ESTUDIO | La salud de los ríos reflejada en el impacto que causan las actividades humanas
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Ríos del Planeta
La cuenca del río Napo es uno de los sitios más diversos en cuanto a especies de agua dulce. Foto: Pierre Lesage.
Conocer en detalle el estado de conservación de las cuencas hidrográficas demanda mucho tiempo, dinero y trabajo. Un detallado estudio hecho en la cuenca del río Napo, en Ecuador, podría aplicarse en otras cuencas andino-amazónicas para tener mayor información sobre la salud de los ríos.
El desarrollo de carreteras es una de las variables que más afecta a las fuentes hídricas. Su impacto directo no es tan grande pero una vez se construye una vía, aumentan los asentamientos humanos y pueden llegar otras actividades como la explotación petrolera y la minería.
Conocer el estado de salud de los ríos y sus cuencas no solo es una tarea compleja y extensa sino bastante costosa. En un nuevo estudio científico titulado: Validating anthropogenic threat maps as a tool for assessing river ecological integrity in Andean-Amazon basins y publicado en la revista PeerJ, varios investigadores desarrollaron y validaron modelos empíricos que muestran el vínculo entre la integridad ecológica de los ríos —su salud o buen estado a nivel físico, químico y biológico— y las amenazas causadas por actividades humanas en cuencas andino-amazónicas grandes, heterogéneas y biodiversas.
Los análisis tomaron como referencia la cuenca del río Napo en Ecuador. Los científicos registraron datos sobre las poblaciones de invertebrados acuáticos, la calidad del hábitat y los parámetros físico-químicos del agua para conocer la salud de 140 fuentes hídricas en la cuenca de este importante río que desemboca en el Amazonas. Simultáneamente, generaron mapas que describen la ubicación, el alcance y la magnitud del impacto de nueve amenazas antropogénicas, es decir, causadas por el humano: asentamientos y poblaciones, minería, agricultura y usos del suelo, hidroeléctricas, termoeléctricas, actividades petroleras, granjas acuícolas, extracciones de agua y carreteras.
El estudio concluyó que las carreteras, los asentamientos humanos y las actividades petroleras son las variables que más influyen a la hora de hacer predicciones sobre la salud de los ríos. Además, consideran que los mapas de amenazas son una herramienta útil para la planificación y conservación a gran escala de los ecosistemas de agua dulce y que el ejercicio científico hecho en el Napo puede aplicarse en otras cuencas, reduciendo costos pues solo se requerirá validar los datos en los puntos que sean de interés para investigadores o tomadores de decisiones.
Aunque la relación no parezca tan evidente, las carreteras son una de las principales amenazas para la integridad ecológica de la cuenca del río Napo en Ecuador. Foto: Pierre Lesage.
Conociendo la salud del río Napo
“A nivel global la cuenca del río Napo es uno de los sitios más diversos en cuanto a especies de agua dulce y es clave para la conservación de la diversidad acuática. También es un lugar donde existe expansión de amenazas humanas muy importantes como la petrolera y palmera”, cuenta Janeth Lessmann, bióloga y autora principal del artículo científico.
Según dice, este estudio puede ser útil para instituciones como gobernaciones, el Ministerio del Ambiente y la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) que gestionan y trabajan con recursos hídricos a grandes escalas en Ecuador. “Brindamos una mirada amplia sobre cuál es el estado de la cuenca del Napo y advertimos que en las zonas cercanas a las ciudades de Lago Agrio y Coca, el estado de los ríos es bien crítico”, dice Lessmann.
Con esa información las instituciones podrían establecer los sitios que más les preocupan o donde quieren priorizar y dirigir sus evaluaciones, monitoreos y acciones. Esto representa un ahorro de dinero y recursos, que por lo general son escasos en la mayoría de países latinoamericanos.
Los resultados sorprendieron a los investigadores. Al analizar el impacto de cada una de las amenazas sobre la cuenca del río Napo en una escala entre 0 y 1 —mientras más cerca a 1 el impacto es más alto y por lo tanto la salud o integridad ecológica del río es más baja—. “Los ríos cerca de carreteras, ciudades y pueblos tienen una integridad ecológica más baja. La presencia de actividades de la industria petrolera también se asoció con niveles más bajos de integridad ecológica a escala local”, dice un apartado del artículo.
La cuenca alta del río Napo es una cuenca andina-amazónica en Ecuador con un gran gradiente altitudinal y sistemas heterogéneos de agua dulce. Datos y elaboración: Janeth Lessmann.
Lessmann esperaba que los ríos que estuvieran en peor estado fuesen aquellos cercanos a hidroeléctricas, minas y actividades agrícolas pues, según la literatura, suelen ser amenazas mucho más perjudiciales para las fuentes hídricas en comparación con las carreteras. “Lo que encontramos en nuestro estudio es que las carreteras sí son el indicador más fiable que tenemos para tratar de inferir el estado de los ríos y no precisamente porque sean muy perjudiciales sino porque su desarrollo marca la pauta sobre dónde se van a acumular otras amenazas. Si encuentras una carretera probablemente vas a ver agricultura, pozos petroleros o un desarrollo urbano muy fuerte”, asegura la bióloga.
El estudio científico indica que, por ejemplo, en la cuenca del Amazonas, a la que pertenece la cuenca del río Napo, las ciudades y pueblos presentan un vínculo directo con las altas tasas de deforestación que alteran la salud de los ríos.
La magnitud del impacto de cada amenaza oscila entre cero y uno. Los valores más cercanos a uno son sitios donde una amenaza tiene el máximo impacto en los sistemas de agua dulce. En contraste, un valor de impacto cero representa sitios sin registros de tales presiones. Las amenazas antropogénicas evaluadas fueron: (A) asentamientos humanos, (B) minería, (C) uso de tierras agrícolas, (D) centrales hidroeléctricas, (E) centrales termoeléctricas, (F) actividades petroleras, (G) extracción de agua, ( H) granjas acuícolas, y (I) caminos. Datos y elaboración: Janeth Lessmann.
Los mapas de integridad ecológica son el resultado de diferentes escenarios de modelado: (A) predicción de la integridad ecológica local solo a partir de variables de amenazas antropogénicas, (B) predicción de integridad ecológica local a partir de amenazas antropogénicas y variables ambientales, (C) predicción de integridad ecológica de microcuencas a partir de variables de amenaza antropogénica, y de amenazas antropogénicas junto a variables ambientales. En la escala: rojo es el nivel más bajo de integridad ecológica y verde el nivel más alto. Datos y elaboración: Janeth Lessmann.
Investigaciones anteriores han demostrado que los asentamientos humanos también aumentan la erosión y la escorrentía de aguas con contaminantes —petróleo, metales pesados, pesticidas, sedimentos, nutrientes, patógenos—.“Las actividades relacionadas con el petróleo en las cuencas andino-amazónicas han recibido una enorme atención debido a los frecuentes casos de negligencia y derrames de petróleo que afectan la salud de los ríos”, se lee en el artículo.
Resultados para aplicar a otras cuencas andino-amazónicas
Uno de los principales aportes del extenso trabajo de campo que los investigadores hicieron en el río Napo es que estos modelos pueden usarse en otras cuencas. “Ofrecemos una herramienta que se puede aplicar en otras cuencas andino amazónicas para gestionar y ayudar a su conservación”, comenta Andrea Encalada, ecóloga acuática, directora del Instituto Biósfera de la Universidad San Francisco de Quito y doctora en Ecología. La investigadora lideró el proyecto de investigación en el Napo y es coautora del artículo científico.
Al medir el impacto que pueden tener actividades como la minería, la explotación petrolera, las hidroeléctricas, entre otras, sobre la cuenca del río Napo se obtienen indicadores que se pueden aplicar en el estudio de otras cuencas andino – amazónicas.
Encalada asegura que este modelo podría replicarse en otros sitios de importancia y cita varios ejemplos. Uno de ellos es la cuenca del río Pastaza, también en Ecuador, que a su vez hace parte de la gran cuenca del río Marañón. “Ahí hay un montón de amenazas. Está la represa Agoyán, en una parte muy estrecha del río y hay bastante contaminación. Tenemos varias poblaciones arriba que no tienen tratamiento de aguas residuales y al final, al poner un dique que no consideró el caudal ecológico, se almacena un montón de basura. Creemos que esa parte del río Pastaza está mucho más grave que lo que vemos en el Napo”, asegura.
La cuenca del Madeira, que nace en Bolivia y entra a Brasil, también preocupa pues está llena de represas hidroeléctricas. Encalada cree que en este lugar se podría aplicar un análisis a más grande escala, en lugar de ver cada represa individualmente. “Necesitamos soluciones urgentes a nivel regional para tomar decisiones de gestión y salvar a la Amazonía, vista como un todo” y añade que “el daño a los ríos afecta a los bosques, el sistema hidrológico y la conexión de las montañas con las llanuras amazónicas. Los incendios que vemos ahora también son causa de una modificación hidrológica de los sistemas y del ciclo del agua”, enfatiza la investigadora.
En las zonas cercanas a las ciudades de Lago Agrio y Coca, el estado de los ríos de la cuenca del Napo es crítico. Foto: Pierre Lesage.
Otra cuenca importante es la del río Putumayo que comparten cuatro países —Colombia, Ecuador, Perú y Brasil—que, por ejemplo, todavía está libre de represas. Los investigadores aseguran que la aplicación de los mapas de amenaza para evaluar la salud de los ríos podría ser de gran ayuda para quienes trabajan en la conservación del Putumayo.
Andrea Encalada espera que mucha más gente pueda valerse de los aportes de este estudio que, gracias a un gran apoyo financiero, permitió un extenso trabajo de campo que pocas veces se logra debido a los elevados costos. “Ya no hay necesidad de medir sino que a partir de los modelos espaciales, que son más fáciles de hacer y aplicar, se pueden tener mapas de integridad ecológica a partir de los mapas de amenaza y después validar la información en los lugares que les interese a los investigadores. Ya no se tiene que monitorear toda la cuenca sino ciertos puntos”, comenta.
Los investigadores consideran que este es un gran avance en medio del largo camino que aún queda por recorrer en cuanto al conocimiento de los ríos en Latinoamérica. “Tenemos una expansión importante de las amenazas a las que no les estamos haciendo un monitoreo. No sabemos qué está pasando y qué va a pasar con nuestros ríos. Estamos hablando de expansiones de cultivos de palma de aceite, de petroleras y carreteras que, a nuestro criterio, no están siendo bien monitoreadas”, indica Janeth Lessmann.
Fuente:
Antonio José Paz Cardona
Diciembre, 2019