La falsa muerte de las cataratas Victoria

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

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Los cambios en el régimen de lluvias y el aumento de la temperatura alteran el caudal del mayor salto de agua de África, pero no hay riesgo de que se sequen

Dos fotos de las cataratas Victoria. En una, casi secas, el tramo de Zambia. En otra, con agua, el de Zimbabue. AFP

Dos fotos de las cataratas Victoria. En una, casi secas, el tramo de Zambia. En otra, con agua, el de Zimbabue. AFPZINYANGE AUNTONY (AFP)

Una impresionante cortina de agua se desploma desde 100 metros de altura y levanta una nube de gotitas que empapa a los turistas. Ron y Mary Anne, una simpática pareja de jubilados, hacen fotos sin parar. “Hace poco estuvimos en Iguazú, pero estas son más espectaculares”, dice ella con una sonrisa. Asomados al abismo, el estruendo de los 274.000 litros que impactan cada segundo contra el fondo de las cataratas Victoria, en la frontera entre Zambia y Zimbabue, en África austral, apenas permite escuchar la conversación. En las últimas semanas, las noticias acerca de su posible desaparición, acompañadas de unas imágenes de las cascadas con apenas un hilito de agua, corrieron como la pólvora como un recordatorio de los efectos del cambio climático en una región que vive la peor sequía en 35 años. Sin embargo, las cosas casi nunca son como parecen.

Lovemore Machipisa nació en Harare, la capital de Zimbabue, pero lleva 30 años viviendo en Victoria Falls, la pequeña ciudad situada a 15 minutos a pie de las cataratas homónimas. Comenzó como friegaplatos en un campamento turístico y hoy regenta Africa Travel Tours, una empresa que organiza desde un crucero por el río Zambeze hasta una excursión para ver elefantes y leones. “Llevo dos semanas contestando mensajes de agencias de todo el mundo preocupadas por si el agua había desaparecido. Yo no he tenido cancelaciones, pero sé de algunos hoteles que sí. Este es el ejemplo de cómo una gran mentira puede afectar a un sector tan sensible”, asegura Machipisa con gesto serio.

Caudal y climatología en las cataratas Victoria

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Fuente: Sociedad Meteorológica Americana. EL PAÍS

Las cataratas Victoria, con las que se tropezó el famoso explorador escocés David Livingstone en 1855 en su imparable afán evangelizador, y que hoy comparten Zimbabue y Zambia, miden unos 100 metros de alto y 1,7 kilómetros de largo, que coincide con el ancho del río en este punto. Su caudal varía según la época del año, con picos al final de la estación húmeda, en torno a abril y mayo, y valles al final de la estación seca, entre octubre y noviembre. Según la Autoridad del Río Zambeze, que tiene registros desde hace 110 años, el caudal máximo de agua se alcanzó en 1956, con unos 10 millones de litros por segundo, y la media mínima anual durante la terrible sequía de 1995 y 1996, con 390.000 litros por segundo. El caudal medio anual a largo plazo es de 1,1 millones de litros por segundo.

En los periodos de menor caudal y a la altura de las cataratas, el agua tiende a ir hacia la parte más profunda del lecho del río, que coincide con el lado de Zimbabue. Esto provoca que por el tramo de cascada que pertenece a Zambia, más elevado, prácticamente no se precipite el agua. Esa imagen, la del formidable bloque de basalto de las cataratas totalmente seco, fue la que conmovió a miles de personas en todo el mundo después de que el presidente zambiano, Edgar Lungu, la tuiteara el pasado 1 de octubre con el siguiente comentario: “Estas fotos son un claro recordatorio de lo que el cambio climático le está haciendo a nuestro medio ambiente y a nuestro medio de vida”.

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Estas imágenes de las Cataratas Victoris son un claro recordatorio de lo que el cambio climático le está haciendo a nuestro medio ambiente y a nuestro medio de vida. Sin duda, los países en desarrollo como #Zambia son los más afectados por el cambio climático y los menos capaces de afrontar sus consecuencias.

Aunque Lungu obvió decir que esa imagen se repite todos los años y que a tan solo 500 metros el agua fluía con total normalidad para esa época (de hecho un 11% más de caudal que la media de los últimos 15 años para ese mismo día, según el histórico de datos de la Autoridad del Río Zambeze), lo cierto es que logró el objetivo de llamar la atención de la prensa internacional, alertada ante la posibilidad de que las cataratas se estuvieran secando.

Sin embargo, la realidad es que solo una parte de las mismas se seca en octubre y noviembre y que esto ocurre cada año. Aún más, según un reciente estudio de los profesores Kaitano Dube y Godwell Nhamo, que han investigado los patrones de lluvia y temperatura y su impacto sobre el turismo en los últimos 40 años, “sorprendentemente, en contra de la especulación de que las cataratas Victoria se estaban secando, se observó un incremento del caudal anual en el punto de medición de Victoria Falls” y, al mismo tiempo, una acentuación de la reducción de agua en los meses de octubre y noviembre. “A ello contribuyen múltiples factores directamente relacionados con el cambio climático”, asegura el profesor Dube, como “el incremento de la temperatura y un cambio en los patrones de lluvia”.

Entre 1976 y 2017, la temperatura media ha subido en las cataratas Victoria nada menos que 1,4 grados, aunque en ciertos meses el incremento ha sido aún mayor, por ejemplo de hasta 3,8 grados en octubre. Esto provoca una mayor evaporación, sobre todo en la estación seca. Sin embargo, esta pérdida de agua se ve compensada con las lluvias torrenciales que caen durante la estación húmeda, que acaban en el río a través de las escorrentías ya que a la tierra no le da tiempo a absorberlas. Esto permite que la media anual del caudal del río Zambeze no solo no haya descendido, sino que ha aumentado levemente entre 1975 y 2015.

Aunque el caudal medio anual del río no note el impacto de la sequía, esta sí afecta intensamente a la vida en la región, ya que la temporada de lluvias empieza cada vez más tarde y es más corta. Y esas lluvias, cuando caen, son muy intensas e irregulares, lo que es muy perjudicial para los agricultores y para los animales.

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Mike Welch nació en la ciudad de Livingstone, en el lado zambiano de las cataratas, y es uno de los responsables de la agencia Fawlty Towers. “Es cierto que en los últimos tres años ha llovido poco por aquí, pero desde que puedo recordar he visto secarse las cataratas en el lado zambiano”, asegura, “es algo normal”. A partir de diciembre comienza la recuperación del caudal. Este año se alcanzó el mínimo entre el 10 y el 13 de noviembre, con 200.000 litros por segundo. A partir de ahí, el caudal del río ha comenzado su lenta pero imparable remontada gracias a las lluvias que ya caen en su enorme cuenca, tres veces el tamaño de España, y que incluye a partes de Angola, la República Democrática del Congo y la propia Zambia. 

Tras el revuelo montado por su tuit de octubre, el presidente de Zambia decidió realizar una visita al lugar el pasado 16 de diciembre. El periódico Daily Nation, no sin cierta ironía, publicaba una imagen de Edgar Lungu asomado al agua que caía por las rocas con el titular: “Las resucitadas cataratas Victoria saludan al presidente”. Según este diario, el jefe de Estado mostró su alegría por comprobar que estaban “dormidas” y no “muertas”, como algunos aseguraban, y prometió regresar en abril para verlas “con vida” una vez más.

En respuesta a las noticias publicadas en noviembre, decenas de ciudadanos y turistas, así como las propias agencias de viajes, han decidido pasar a la acción. En Twitter se ha organizado una campaña con la etiqueta #VictoriaFallsisnotdry (las cataratas Victoria no están secas) en las que van publicando fotos y vídeos a diario en las que se ve el agua fluyendo o la famosa Piscina del Diablo, donde los visitantes pueden bañarse en el mismo borde de las cascadas.

Con un millón de turistas al año, las cataratas son un motor económico para la zona y para ambos países. José Luis Regot, un empresario español que vive en Victoria Falls, ha investigado el fenómeno. “En las últimas tres décadas ha habido años de mucha agua, como 1992, 2000 y 2011, y otros en los que el caudal fue muy bajo, como 1997, 2008 y 2017. El ciclo se repite, aunque es verdad que los años de sequía son más frecuentes que en el pasado”. Pero él lo tiene claro: “Que vengan en abril y verán 12 millones de litros cayendo cada segundo. Y que traigan chubasqueros y buenas cámaras de fotos, preferiblemente impermeables al agua”.

Fuente:

José Naranjo

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Enero, 2020

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