¿Cuál será el escenario hídrico de 2050?
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
El Agua
«El agua, eje de la vida. El agua es su materia y matriz, madre y medio. ¡El agua es la sustancia más extraordinaria! Prácticamente todas sus propiedades son anómalas, lo que permitió a la vida utilizarla como material de construcción para su maquinaria. La vida es agua bailando al son de las macromoléculas.» Albert Szent-Györgyi, Premio Nobel de Medicina en 1937.
Si más del 70% de la superficie del planeta Tierra está cubierta de agua, lo que representa un volumen permanente de 1.386.000.000 kilómetros cúbicos de H2O, ¿cómo es posible, cabría preguntarse, que en tantas partes del mundo se sufra de escasez hídrica? Lo que sucede es que, de esa ingente cantidad, bien poca es agua dulce, apenas el 2,5% y, de ese exiguo porcentaje, gran parte es inaccesible: un 68,7% del mismo se halla atrapado en masas de hielo y otro 30% es agua subterránea. Solo el 1,2% es agua superficial, repartida entre el permafrost (69%), en lagos y ríos (20,6% y 0,49% respectivamente) y en el suelo, la atmósfera y, por supuesto, en los seres vivos: de media, todas las células están hechas, como la Tierra, de un 70% de agua.
En paralelo a esa circunstancia inalienable, la población mundial no para de crecer, lo que conlleva un aumento continuo del consumo de unos recursos que, nos guste o no, tienen una cualidad indiscutible: son finitos. Aún así, según datos compilados por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en el informe Water Outlook to 2050, la demanda de agua se disparará globalmente hasta un 55% entre los años 2000 y 2050, un incremento que intentará cubrir las necesidades de los sectores más demandantes: industria, (que aumentará en un 400%), producción eléctrica (+140%) y uso doméstico (+130%).
Foto: Volumen global de agua en el mundo, USGS
Lo que sabemos gracias a la misión GRACE
La situación dista de ser amable, algo que constataron dos estudios de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos) hechos en base a datos de los dos satélites de la misión GRACE (Gravity Recovery And Climate Experiment) de la NASA y de la Agencia Aeroespacial Alemana. Estos satélites, llamados Tom y Jerry, vienen realizando desde 2002 exhaustivas mediciones, entre ellas las de 37 grandes acuíferos, cuyo control se acordó en el programa de la Unesco WHYMAP (World-wide Hydrogeological Mapping and Assessment Programme). Los resultados son preocupantes: de estos 37 acuíferos, 21 pierden más agua de la que pueden regenerar, un tercio parece estar agotando sus reservas, ocho se consideran «estresados» y, otros cinco, muy «estresados». En concreto, los que se llevan la peor parte son los acuíferos del Ganges en India, de la cuenca del río Indo en Pakistán, el del Valle Central de California, el del Norte de China y el de la cuenca del Tarim, en Asia central. Una cosa más a tener en cuenta: los datos de GRACE saben con precisión cuánta agua sale y cuánta se renueva, pero no cuánta agua queda en total, lo que no es demasiado tranquilizador.
¿Se está quedando el mundo sin agua dulce?
Eso se preguntaban en un artículo de la BBC de hace unos pocos meses . Para muchos expertos, la competencia por este recurso extremadamente esencial es la causa de una gran crisis global que ya es evidente en muchos lugares del mundo, como se exponía en el Observo, el suplemento dominical del periódico británico The Guardian, en este artículo. No hace falta irse a África y Asia, donde están los 10 países que más sequías sufren en el mundo, para constatar la importancia del tema. Dos ejemplos americanos: Ciudad de México (que contando su zona metropolitana sobrepasa los 20 millones de habitantes) hoy importa el 40% del agua que consume y el estado de California ha afrontado la sequía más extrema de los últimos …¡1.200 años!, según se ha comprobado tras analizar los anillos de unos árboles (memorias vivientes de la historia del clima) que datan del año 800 d.C . Si nos vamos hasta Oceanía, encontramos múltiples casos. En Melbourne, Australia, la súper sequía que asola gran parte del país desde el año 2000 (se la conoce como la millenium drought) ha dañado hasta el 40% de los árboles de esta ciudad, por no hablar de los numerosísimos incendios forestales que las altas temperaturas y la ausencia de precipitaciones han desatado en todo el país y en otros lugares de Oceanía. Y si ponemos el foco en nuestro continente, veremos que nuestro propio territorio ha afrontado en este 2017 la peor sequía de los últimos años, una situación que no parece que vaya a revertirse en un futuro cercano. En el ranking del World Resources Institute publicado aquí por Fundación Aquae, en el que se listan los países que más estrés hídrico sufrirán en el año 2040, España ocupa la posición 32, tras Afganistán. Solo dos naciones europeas más, Grecia y San Marino, ocupan sitios anteriores.
Foto: Pixabay
El futuro en nuestras manos (como casi siempre)
La resolución del problema del agua, como casi todos los retos que afrontamos hoy día, es un tema que depende de nuestra capacidad de gestión, que será una u otra en concordancia a la visión de futuro y conciencia del bien común que acordemos ejercer. Por el momento, la OCDE insta a desarrollar «acciones estratégicas», que aseguren el acceso de la humanidad a una agua de calidad (según la Organización Mundial de la Salud, la OMS, 2.100 millones de personas carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar y hasta 4.500 adolecen de saneamiento seguro) pero que también preserven a todas aquellas personas cuya vida corre peligro a causa de probables inundaciones: hoy son 1.200 millones de ellas, y en 2050 serán hasta 1.600 millones, con el consiguiente aumento astronómico de los presupuestos que se necesitarán para afrontar la situación.
En su informe Global Water Futures 2050, la Unesco identifica hasta 10 «fuerzas motrices» (driving forces) que modelarán el futuro del agua. Se trata de la demografía, la economía, la innovación tecnológica, las infraestructuras hídricas, el cambio climático, la situación medioambiental, el estado de los recursos, las tendencias socioculturales y éticas y, por supuesto, la política y la gobernanza institucional. Según como esas fuerzas sean manejadas, el escenario será uno u otro. La proyecciones resultantes dibujan cinco mundos distintos. Aquí los dejo apuntados, con los valores que predominarían en cada uno de estos mundos posibles, según el autor de este informe de las Naciones Unidas, el ecólogo Gilberto Gallopín.
Como dijo aquél, «no hace falta decir nada más». Más claro… el agua.
Escenario 1: Un mundo convencional. Predominan los valores consumistas y algunas subculturas minoritarias desarrollan estilos de vida alternativos. El mero interés personal y las visiones miopes son la norma.
Escenario 2: Un mundo en conflicto. El consumismo sigue siendo la meta personal de la mayoría, pero domina el interés propio y la desconfianza paranoide.
Escenario 3: Un mundo tecnológico: El consumismo es la supremacía reinante. El interés a largo plazo de las corporaciones genera la implementación de medidas que mitigan algunas de las situaciones más desestabilizadoras, con el fin de controlar los conflictos y preservar los beneficios empresariales.
Escenario 4: Un mundo con conciencia global. La crisis económica y el cambio climático desatan una conciencia global convencida de la inviabilidad del sistema. El consumismo pierde su glamour y crece el interés por la interacción social, los valores compartidos, la cultura y la solidaridad.
Escenario 5: Un mundo convencional que se ha «agriado». El consumo predomina entre los valores sociales y la situación se va deteriorando hasta que prima la lucha por la supervivencia y los recursos. Desaparece el orden social y las pequeñas bandas proliferan.
FUENTE:
POR Eva van den Berg
26 SETIEMBRE 2017