La COP16 de Biodiversidad cierra sus puertas sin acuerdos relevantes

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

El Medio Ambiente

Acaba de terminar la COP16 del Convenio de la Diversidad Biológica, en Cali (Colombia), y como se preveía no hubo significativos avances en la restauración y protección de la naturaleza, ni en una ayuda significativa para los indígenas y las comunidades locales.

COP16 bajo mínimos

Tras la cumbre anterior, la COP15, donde se estableció el Marco Global de Biodiversidad actual, esta cita tenía el mandato de profundizar en la implementación de dicho marco. En consecuencia, para esta COP los países (también llamados «las Partes») tendrían que haber traído sus avances en forma de Plan Nacional de Biodiversidad.

Sin embargo, solo 44 de los 196 países los han presentado (y con una ambición y concreción de indicadores, por lo general, insuficiente). Además, al haber desaparecido el compromiso de que la CBD genere informes para conocer el progreso o no de cada país, todo el Acuerdo puede quedar en meras declaraciones, sin ningún impacto real sobre la biodiversidad.

En cuanto a la financiación, otro de los grandes temas de esta cumbre, ni ha habido avances en cuanto a la «obligatoriedad» por parte de los países ricos de financiar actuaciones en el Sur Global, ni se ha acordado un aumento de la misma, lo cual es una profunda decepción. Esto es una losa más sobre el Marco Mundial, que puede peligrar igual que el marco anterior (el conocido como «Metas de Aichi», de las cuales no se cumplió ninguna).

¿Y esto a qué se debe? Pues además de unos compromisos muy bajos por parte de los Estados – algunos de los cuales directamente trabajaban para rebajar la ambición de cada punto – la captura corporativa, es decir, el secuestro de las negociaciones por parte de las multinacionales contaminantes, presentes en las mismas, y con un volumen de negociadores alarmante, ha sido determinante una vez más en el fracaso de la cumbre.

Uno de sus «éxitos» de la COP16 ha sido el apostar sistemáticamente por las falsas soluciones, propuestas que está demostrado que no funcionan para mejorar el estado de la biodiversidad, pero que sin embargo, sí son útiles para continuar modelos de negocio que atentan contra esta. Una de las más repetidas estos días, ha sido la de las «compensaciones de biodiversidad» un concepto ilusorio, que puede facilitar la destrucción de un ecosistema a través de la supuesta conservación o la restauración de otro (bajo unos objetivos mínimos, que además hacen que esto no suela prosperar, o que lo haga dentro de 50 años).

Por señalar dos logros que sí ha tenido esta COP16, por una parte, se ha establecido un Marco de Evaluación y Seguimiento que incluye una serie de indicadores que permitirá recopilar datos sobre el cumplimiento o no de las metas del Marco Mundial, y por otra, se han dado pasos adelante en el reconocimiento de las comunidades locales y los Pueblos Indígenas como «guardianes» de la biodiversidad en sus territorios, aunque el impulso que se está dando a las falsas soluciones puede dejar esta parte del texto en papel mojado.

Desde Amigos de la Tierra reclaman que, aunque una COP16 infinitamente mejor era posible – y seguirán luchando cada año por ello – no se puede olvidar que el sistema económico y político actual está construido de espaldas a la vida, y aunque estas cumbres pueden dar pasos en la buena dirección, nunca serán suficientes para el cambio de rumbo que debemos dar como humanidad.

Necesitamos restaurar ecosistemas a una velocidad nunca vista, asegurarnos de proteger los pocos hábitats naturales sin alterar, dejar que afloren cientos de refugios climáticos que llenen de naturaleza las ciudades y producir alimentos sin destrozar el suelo que sustenta los cultivos, entre otras medidas. No es tiempo de parches. Es el momento de cambiar el sistema.

La COP16 fue otra oportunidad perdida, en la que los países que participaron pudieron hacer cambios que implicasen un giro significativo y positivo a los graves problemas que afectan a la biodiversidad del mundo. En pocos días se reúnen en Bakú los mismos países para celebrar la COP29 y la pregunta que surge es inevitable: ¿irán solo a conversar y a debatir o tomarán decisiones de una vez por todas? Poco tiempo nos queda para seguir perdiéndolo.

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Noviembre, 2024

El Medio AmbienteRoberto E de la Ossa