Poesía de Juan Laurentino Ortiz “Al Paraná” /Leyenda "Los Espíritus Del Agua De Zambia Y Las Sirenas De África"
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
Juan Laurentino Ortiz
1896 - 1978
(Juan Laurentino Ortiz; Puerto Ruiz, 1896 - Paraná, 1978) Poeta argentino, conocido como Juanele. Se le considera una de las figuras fundamentales de su país, en el mismo plano singular y secreto en el que se ubica la influencia de Macedonio Fernández u O. Girondo.
Vivió su infancia en el medio rural de la Mesopotamia argentina y residió de joven en Buenos Aires, donde se vinculó a los ambientes políticos e intelectuales del anarquismo. Vuelto a su provincia natal de Entre Ríos, trabajó como empleado público y llevó una vida retirada que no le impidió ejercer una notable influencia estilística sobre las jóvenes generaciones.
Se inició bajo la influencia de la poesía intimista posterior al modernismo para después evolucionar hacia acentos más personales, entre los que destaca un sentimiento cósmico del paisaje y un humanitarismo solidario. Apartado de los círculos literarios, su obra tuvo escasa difusión y se publicó de manera dispersa en varios poemarios (El agua y la noche, El alba sube, El ángel inclinado, La rama hacia el Este, El álamo y el viento, El aire conmovido, La mano infinita y La brisa profunda) que en 1971 se reunieron en tres volúmenes bajo el título En el aura del sauce.
En 1969 compartió con R. González Tuñón el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía. Completan su obra El Gualeguay y La orilla que se abisma (ambos de 1971). En 1996 la Universidad Nacional del Litoral editó su Obra completa, a la que agregó poemas, ensayos y artículos inéditos. Su poesía fue influida por la estética de S. Mallarmé en el sentido espacial del verso.
Poesía
Al Paraná
Yo no sé nada de ti...
Yo no sé nada de los dioses o del dios de que naciste
ni de los anhelos que repitieras
antes, aún de los Añax y los Tupac hasta la misma
azucena de la armonía
nevándote, otoñalmente, la despedida
a la arenilla...
No sé nada.. .
ni siquiera del punto en que, por otro lado, caerías
del vértigo de la piedra
bajo los rayos...
No sé nada...
O sé, apenas, que el guaraní te
asimiló
al mar de su maravilla...
y que ese puma de tu piel que te devuelve, intermitentemente,
el día
lo tomas en un rodeo, no?,
de tu destino. . .
No sé nada.. .
Aunque me he oscurecido, en ocasiones, al
sentirte, arriba,
entre un miedo de basalto,
buscándote,
buscándote
sin el ángel del sabiá,
aún. . .
Y me he recobrado, luego, contigo, en la Anaconda que
decían.. .
y hasta cuando denunciabas
sobre ti
a los máuseres de las Compañías...
No sé nada. ..
Aunque te conocí, ha mucho, allá, donde mi río
es de tu eternidad
de Palmas...
y por el salmón o por el rosa de Ibicuy
y por las lunas de Zárate
y por la línea de tu agonía en el estuario, finalmente,
del alba...
Mas éste sería
tu sentimiento,
y éste, acaso, el misterio que pareces bajar desde los
mismos
torbellinos del círculo?
No sé nada de ti. . . nada de ti. . .
Es, acaso, decirte enteramente, decir tus avenidas, sólo,
al fin,
de silencios sin orillas,
que podrían ser, es verdad, derivaciones de gracia corriendo a
redimir
oh Canals,
la palidez del Norte?
Es, por ventura, presente, siquiera,
el acceder únicamente a las escamas de tus minutos,
bajo lo invisible, aún,
que pasa…
o a las miradas de tus láminas
o de tus abismos,
en los vacíos o en las profundidades de la luz,
de tu luz?
Y se podría hablar de ti,
intimando, aún por años, con las figuraciones que reviste,
diríase,
aquí y allá, la corriente
de tu ser?
Oh no...
no se podría, me parece,
tocarte todavía
así…
Cómo,
entonces, cómo,
asumir tu duración sin probabilidad de disminuir
tu tiempo, tal vez, de dios?
Y en el tiempo de un dios, qué de los que vinieron a
apagar
las hogueras que te amanecían...?
y qué de los monosílabos que presumiblemente respondían a
las gamas
de tus espesuras de flautas
y que se desconocían entre sí,
al llegar a interponerles; tú, las seis o siete
leguas
que entonces te abrían...?
Y qué de los dueños que arriaban, de arriba, todo un
río de mugidos
hacia los potreros que fluían, aquí,
y que sólo detenía tu hermano con esa vena del naciente o ese
azul
del surtidor de las avecillas...?
Y qué de aquél de la “Rinconada” enfrentándolos, el
único,
más “adelante” que el siglo
y junto a la aorta del “país”?
Y qué del otro que te cruzara por tres veces
para salvar a Mayo
de los cuernos de la derecha y de los cuernos del sur…?
Qué, pues, todo ello y lo demás,
si tú no sabes y no podrías saber, por otra parte, de las
milicias de la ceniza,
ni de una sociedad de sílabas
ni de una codicia de millas...
ni menos de los intercesores de los últimos,
como tampoco de la caballería que se atreviera a rescatar
el sol... de las neblinas,
para el “interior” al “exterior” no?, por ahí:
del azar o del olvido:
qué…?
“Maya”, entonces, asimismo,
para ti...
“Maya” las llamas y el vocabulario que se
entendía…
“Maya” la cuaresma
sobre las lenguas de tus orillas...
“Maya” el despojo y la lujuria de praderías…
y la vista en alto, y la orden de las cañas, triplemente
vadeándote,
por los derechos del día...?
“Maya”, con más motivo, esos celestes de tus pupilas,
o de concentración,
en que, místicamente, desaparecerías, o poco menos, con tu
tarde, sí
en la palidez del uno,
allá,
a no ser unas pestañas empequeñeciéndose en un cielo
o en un infinito de islas...?
Y “Maya”, así,
esa, si se quiere, sensibilización de la ausencia, ésa en que tú
libras
o recreas,
con unos signos que huyen,
el rostro mismo, diríase,
del éter...?
Pero no sé nada de ti.
Nada. Nada.
Y hace, sin embargo, diecinueve setiembres que te miro y te
miro.
Mas, es cierto, te miro
con los ojos de aquél a cuyo borde abrí los
míos…
No podría hacerlo sino así.
He de llevarlo, bien íntimamente, y a la izquierda, claro,
del latido,
y es él, sin duda, el que me haría preferir
tu enajenamiento en el cielo
a esa piel que hubiste, muy significativamente, de investir
por ahí...
y que asorda los momentos en que debes de sentirte
más leoninamente contigo...
Pero por veces, es verdad, sin una pluma que lo explique
desde el secreto, aún, del aire,
flotas por el atardecer no se sabe qué alma
que suspendiese como el fluido
de una inmanencia de cisne...
Mas ve, ve:
sigo mirándote, mirándote, con las niñas del
origen…
Y todavía de aquí,
de aquí,
en que por ceñir, o poco menos, a la ciudad
a la que hubiste,
sacramentalmente, de “alzar”
una “debilidad” más que de padrino, no podrías, no
naturalmente, reprimir...
Y es así
que aun en la tempestad que te estira hasta el confín,
diríase,
en una unidad de siena
que quemase el caos... el caos...
pareces desplegarte lo mismo que una “cinta” para ella
detrás de los vidrios
y sobre la barranca que le cincelaran
todavía…
Pero perdóname que insista
e insista:
no sé nada de ti. Nada, en realidad, de ti. Y no podré
decirte jamás...
No es una “madera”
sino un “metal”, o los metales, mejor, o más de acuerdo, aún,
las ráfagas de unas tuberías,
o las ondas de unos hechiceros,
lo que requeriría eso que recelas
bajo lo femenino que te prestan las veleidades de
las horas
en complicidad con las estaciones
y con tu infidelidad misma
al que nombras
y con la visión de un mediterráneo que vela
el idilio, ay,
de unos sauces en ojiva
sobre el sueño de unas muselinas que espectralmente despabila
el después, sólo,
del cachilito,
plegándolas en seguida, y envejeciéndolas al
punto, en un final
de escalofríos
que marchita hasta las cejas, hasta las cejas, ahí,
del anochecer...
No sé nada de ti...
Y no podré decirte nunca, probablemente. ..
nunca…
Pero deja que, al menos, te despida unos pétalos
de ese ángelus de mis gramillas
que desciende casi hasta el agua
cuando ésta
pierde sus ojeras
y da en hilar, fúnebremente, con la primicia que deslíe
el duelo de arriba,
la raíz
de la lágrima...
No sé nada de ti…
Nada…
La Leyenda
Los Espíritus Del Agua De Zambia Y Las Sirenas De África
África tiene muchas historias y leyendas interesantes, especialmente Zambia. Debido a que el río Zambezi y las cataratas Victoria son características tan importantes en Zambia, no es de extrañar que los dioses del agua y los espíritus tengan una gran presencia en el folclore de Zambia. Echemos un vistazo a algunos de sus elementales de agua.
Misterios De Las Aguas Mágicas De Zambia
Los espíritus del agua aparecen en muchas culturas y mitologías de todo el mundo. Sin embargo, solo un país tiene tanto el río Zambezi como las Cataratas Victoria. Zambia es un país místico que recompensa a todos los visitantes con un atisbo de magia. Solo necesitas mirar debajo de la superficie del agua ...
Exploremos algunas de las antiguas historias zambianas de dioses bajo el agua, ceremonias reales y sirenas, a diferencia de las que se encuentran en tu cuento de hadas promedio ...
La Leyenda De Nyami Nyami
Uno de los dioses más poderosos, Nyami Nyami es también uno de los más misteriosos. También conocido como el "Espíritu de la serpiente de Zambezi", Nyami Nyami generalmente es retratada como una criatura parecida a un dragón con cabeza de pez y cuerpo de serpiente.
Mientras que algunas historias han etiquetado a este elemental como un dragón de río similar en apariencia a un remolino, todas las versiones coinciden en que Nyami Nyami protege y sostiene a la gente de Tsonga. Dando sustento durante los tiempos difíciles, un talismán de Nyami Nyami se usa a menudo como un amuleto de la suerte.
Cuando Nyami Nyami se enoja, es el papel de los ancianos tribales y los médiums espirituales comunicarse en nombre de los habitantes del río. Para no tomarse a la ligera, Nyami Nyami controla la vida en el río Zambezi y sus alrededores.
Según la leyenda, Nyami Nyami y su esposa, la diosa del inframundo, vivieron en el desfiladero de Kariba. Durante este tiempo idílico, la gente del río vivía aislada y tenía poco o ningún contacto con el mundo exterior. Sin embargo, hacia la década de 1940, la comprensión del colonialismo se extendía a terrenos inexplorados y hacia 1956 había comenzado la construcción de la presa de Kariba.
Esto perturbó irrevocablemente la armonía del río y Nyami Nyami se sintió profundamente ofendida por la construcción y la pared de la presa que lo separó por la fuerza de su esposa. Las inundaciones y muertes subsecuentes se atribuyeron a su ira vengativa y una vez que se completó la presa, Nyami Nyami desapareció por completo del mundo de los mortales ...
Kitapo, La Sirena Del Río
Tal vez como mecanismo de supervivencia, Katipo (un espíritu menos conocido del río Zambezi) adoptó la identidad de una sirena. Testigos de Kitapo afirman que la sirena normalmente exige ofrendas de los habitantes temerosos en la orilla del río.
No del todo una sirena tipo Disney, Kitapo también ha sido conocido por llevar sacrificios humanos al fondo del río para deleitarse con ellos. Sin embargo, aquellos que son inocentes y puros de corazón no necesitan temer, se dice que Kitapo es un héroe extraño. Rescatando a los niños de los rápidos y castigando a los criminales, Kitapo es igualmente temido y amado.
La Ceremonia De Kuomboka
Si bien la propia sirena de Zambia es algo errática en su agenda, puede estar seguro de que cada abril tendrá lugar la ceremonia tradicional más famosa en Zambia. La ceremonia de Kuomboka es un antiguo ritual del pueblo Lozi . Los lozi de Zambia occidental han estado practicando este ritual por más de 300 años y cada año la ceremonia atrae a miles de turistas de todo el mundo.
Es revelador que "Kuomboka" significa "salir del agua". La ceremonia fue en respuesta a las inundaciones anuales del Zambezi que convierten a las tierras de cultivo en un gran lago, lo que hace necesario moverse a terrenos más altos. Comenzando con los tambores pesados de los tambores Maoma reales, es imposible no sentir una sensación de anticipación. El rey y la familia real, junto con su séquito, viajan a través del agua en Nalikwanda, una gran barcaza que los transporta al palacio de la estación lluviosa del rey.
Aunque no podemos garantizar que vislumbrarás Kitapo o sentirás la cola resbaladiza de Nyami Nyami mientras nadas en la piscina del diablo , la ceremonia de Kuomboka es un espectáculo para la vista y una de la que puedes estar seguro de presenciar, si haces las maletas y dirígete al sol real de Livingstone o Zambezi en el momento adecuado del año.