Según un estudio, los lagos árticos emiten menos carbono a la atmósfera del esperado

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

El Agua y el Cambio Climático

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Alaska’s Yukon Flats. (Imagen: David Butman/University of Washington)

Una nueva investigación realizada por la Universidad de Washington y el Servicio Geológico de Estados Unidos, sugiere que muchos lagos representan poca amenaza para los niveles globales de carbono, al menos por ahora. En las regiones áridas y áridas del Ártico salpicadas de miles de lagos, un paisaje que representa aproximadamente una cuarta parte de toda la región del Ártico, muchos lagos funcionan como unidades autónomas y no emiten mucho dióxido de carbono.

El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta. Una consecuencia de esa tendencia es la descongelación del permafrost, una capa de tierra que se ha mantenido congelada durante miles de años en algunas áreas. Este suelo y esta vegetación congelados actualmente contienen más del doble del carbono que se encuentra en la atmósfera.

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Permafrost es el nombre que se le da a las profundas capas de tierra y agua que han estado congeladas por miles de años debajo de suelos de altas latitudes. En el hemisferio norte del planeta, estas capas representan el 24% de toda la superficie terrestre, y dentro de éstas hay cantidades gigantescas de gases invernadero – principalmente carbono y metano – almacenados durante todo este tiempo.

A medida que se derrite el permafrost en el norte de Alaska, Canadá, Siberia y otras regiones de latitudes altas, los microbios del suelo consumen materiales orgánicos, liberando dióxido de carbono o metano, un gas de efecto invernadero aún más potente, en los lagos y la atmósfera.

Pero un clima más cálido y más húmedo también puede causar que más carbono de las plantas en la tierra se mueva hacia los lagos. El mayor flujo de carbono de las plantas y los suelos a los lagos del Ártico estimula mayores emisiones de gases de efecto invernadero de los cuerpos de agua. Y en una región en gran parte no estudiada con millones de lagos, todavía es un misterio en cuanto a la cantidad de carbono que se mueve de la tierra a los lagos y, en última instancia, a la atmósfera.

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Una nueva investigación realizada por la Universidad de Washington y el Servicio Geológico de Estados Unidos, sugiere que muchos lagos representan poca amenaza para los niveles globales de carbono, al menos por ahora. En las regiones áridas y áridas del Ártico salpicadas de miles de lagos, un paisaje que representa aproximadamente una cuarta parte de toda la región del Ártico, muchos lagos funcionan como unidades autónomas y no emiten mucho dióxido de carbono.

El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta. Una consecuencia de esa tendencia es la descongelación del permafrost, una capa de tierra que se ha mantenido congelada durante miles de años en algunas áreas. Este suelo y esta vegetación congelados actualmente contienen más del doble del carbono que se encuentra en la atmósfera.

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A medida que se derrite el permafrost en el norte de Alaska, Canadá, Siberia y otras regiones de latitudes altas, los microbios del suelo consumen materiales orgánicos, liberando dióxido de carbono o metano, un gas de efecto invernadero aún más potente, en los lagos y la atmósfera.

Pero un clima más cálido y más húmedo también puede causar que más carbono de las plantas en la tierra se mueva hacia los lagos. El mayor flujo de carbono de las plantas y los suelos a los lagos del Ártico estimula mayores emisiones de gases de efecto invernadero de los cuerpos de agua. Y en una región en gran parte no estudiada con millones de lagos, todavía es un misterio en cuanto a la cantidad de carbono que se mueve de la tierra a los lagos y, en última instancia, a la atmósfera.

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En un buen día, dos investigadores y un piloto podrían analizar ocho lagos diferentes, a veces teniendo que dejar a una persona atrás durante una parte del día si los lagos eran demasiado poco profundos para despegar con un avión con mucho peso. En sus análisis, los científicos encontraron que casi todos los lagos que estudiaron no mostraban signos de carbono antiguo del permafrost, y mucha menos producción de dióxido de carbono de lo esperado.

Los lagos emiten dióxido de carbono cuando este entra desde fuentes externas en el paisaje, como ríos y aguas subterráneas. Además, las bacterias y los animales lo producen al digerir sus alimentos, y el dióxido de carbono puede acumularse si lo generan más rápido de lo que las plantas y las algas pueden absorberlo durante la fotosíntesis.

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Pero aquí, el equipo de investigación vio evidencia de que muchos de los lagos tenían una producción y una absorción de dióxido de carbono más equilibradas que los lagos de otras regiones. En consecuencia, los lagos eran una fuente más pequeña de dióxido de carbono a la atmósfera de lo que se observa en otras partes del mundo.

"Las implicaciones son que no todos los lagos son puntos calientes para liberar carbono de la tierra --afirma Butman--. Pero aún no sabemos cómo cambiarán estos paisajes particulares en un clima más cálido, ya que esta es la primera vez que se estudian".

A medida que el clima se calienta, se espera que los grandes incendios forestales se extiendan sobre los Yukon Flats, lo que podría generar una enorme carga de carbono terrestre en los lagos de este paisaje que podría estimular más emisiones de dióxido de carbono. El trabajo actual y futuro del equipo de investigación ayudará a evaluar lo que está sucediendo ahora para comprender mejor los cambios futuros.

Fuente:

IAGUA

IAGUA

Febrero, 2019