Poesía de Luis Arturo Restrepo "Este paisaje tiene la edad de Dios" / Leyenda "Leyenda y Origen del Río Tena"
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
Luis Arturo Restrepo
Profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Ganador de las beca a la Creación Artística Ciudad de Medellín, en la modalidad Poesía, en el año 2009 y 2013. En 2010 Tragaluz Editores publicó Apuesta de cenizas, su primer libro. En 2011 participó en el XXI Festival Internacional de Poesía de Medellín como ganador del Primer Premio de Poesía Joven, organizado por dicho festival, con el libro Réquiem por Tarkovski, libro publicado en 2012 en coedición del Ministerio de Cultura de Colombia y Sílaba Editores, con el título Dos poetas colombianos.
Poesía
Este paisaje tiene la edad de Dios
Cada curva,
cada hondonada del río atestigua sus suspiros.
Simple erige su grandeza
en cada cresta de los montes
y turna sus vigilias
de viejo cansado
con las fases de la luna
Ha marcado sus huellas paso a paso
y, mientras se sienta a descansar,
pule piedras en la quebrada
o le hace trenzas a las mulas.
En la noche sé que juega
a escondidas con los cocuyos
y apuesta carreras con los duendes
halopando sobre terneros
dios es leve, no pesa nada,
es tan viejo como estos campos
y nos cuenta sus secretos
en cada canto de las ranas
reivindicando con nosotros su silencio.
La Leyenda
Mitos y Leyendas de la Amazonia
Las leyendas y mitos de la zona se han mantenido a lo largo de los años por sus habitantes quienes aseguran en realidad si ocurrieron y que las han vivido por lo que creen que es muy necesario que sus habitantes lo divulguen.
LEYENDA Y ORIGEN DEL RIO TENA
Muchísimos ańos antes de la sublevación del gran cacique Jumandy, más arriba de donde actualmente se asienta la parroquia del Pano, vivían unas doscientas familias quijos, procedentes de lo que es actualmente Archidona.
Cuando se inicia esta narración el gran Curaca, celebra el nacimiento de su hijo, a quien puso por nombre Pano; mientras que en la comunidad del Calvario, llenando de felicidad a la familia del gran cacique nacía una hermosísima nińa, a la que le pusieron por nombre Tena.
El tiempo pasó veloz, como vuelo de azulejo y Pano y Tena crecieron, transformándose ella en una bellísima mujer y él en un robusto guerrero.
Pano hombre diestro en el manejo de las armas, con un grupo de jóvenes de su edad, participaba en una larga partida de caza. Cruzaron buscando animales, lomas y planicies, llenas de guaduales, pasos y pitones; era la época que maduraba la guaba y la chonta, las guantas y las guatusas se escabullían gordas y satisfechas. Los muchachos cansados por el esfuerzo realizado, acamparon a la orilla de un río repleto de carachamas. Cuando estaban tomándose el último mate de chicha, tintineó como campanilla de fiesta, un alegre coro de risas femeninas. Era la hermosísima Tena que con un grupo de compańeras, tomaban desnudas un bańo en un remanso del río. De este inesperado encuentro nació un intenso amor entre Tena y Pano y comenzaron a verse diariamente en un hermoso lugar junto a un gran árbol de caoba, ubicado en un recodo del río, sitio discreto y alejado de la murmuración. Pero como ningún secreto dura mucho tiempo, el padre de Tena se enteró del romance y prohibió terminantemente que continúen las citas clandestinas. Tena estaba prometida por su padre, al hijo de un gran Curaca de las cabeceras del río Misahuallí.
A partir de ese día, cuando Pano emocionado y tembloroso llegaba al lugar de sus encuentros amorosos, este siempre estaba solitario, hasta las aves que anidaban el gran árbol de caoba, se habían alejado del sector. El enamorado joven cayó en un estado de mutismo y depresión, el vigor de su juventud se extinguió rápidamente, sin que existiera enfermedad visible. Los shamanes se reunieron para tomar ayahuasca y estudiar el caso. Uno dijo que un poderoso banco (brujo mayor) de una comarca cercana le había enviado un mortal virote (dardo-maldición). Otro aventuró la posibilidad, de que el cuerpo del joven estuviera poseído por un maligno supay (diablo-demonio). Un tercero sostuvo, que Pano simplemente estaba enamorado de una bella y esquiva princesa. Pero a pesar de este último diagnóstico y a la terapia que le impusieron, el desconocido mal iba minando la salud del joven.
Pano ante la falta total de noticias de su amada, decidió inmolarse cometiendo suicidio para acabar con su vida, escogió lanzarse al río de aguas turbulentas y así desaparecer para siempre de la tierra. Tal como lo planificó lo hizo; saltando de una saliente cayó en lo más profundo del río y mientras era arrastrado por la correntada y giraba con los remolinos, iba llorando lastimeramente su desgracia. Las piedras y las garzas, las apangoras y carachamas, los yutzos y los pindos, las ranas y los grillos, todos se enteraron de su pena y dolor.
Una lluviosa tarde, cuando Tena triste y resignada a su suerte, tejía monótonamente sin ninguna prisa ni ilusión, una ashanga (canasta) para transportar los productos de la chacra, un pingullo pishco (ave de mal agüero) que se posó en una rama cercana con su canto aflautado, le contó el triste final de Pano. Tena agobiada por un inmenso dolor decidió seguir la suerte de su amado; huyó de la casa de sus padres, corrió y corrió por senderos y barrancos, por playas y lodazales y cuando ya no pudo más, se lanzó finalmente al agua y bajó arrastrada por la fuerte correntada, golpeándose contra las piedras y tostándose con el sol en los remansos.
Un hermoso día lleno de sol y mariposas se encontró con su amado, que bajaba llorando su desgracia, fundido con las aguas del río, que había tomado el nombre de Pano, y ella rendida de amor lo acogió en sus brazos, juntando los caudales de ambos ríos, que se hicieron uno para toda la eternidad. Pano y Tena de esta forma engendraron un solo río: El caudaloso Tena, que desde entonces corre alegre y rumoroso lamiendo las blancas playas y las orillas llenas de guabas, guayabas y orquídeas fragantes.