"Mujeres de agua". De náyades a gestoras del agua
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Agua y Género
En la mitología griega, las náyades eran las ninfas de los cuerpos de agua dulce -fuentes, pozos, manantiales, arroyos y riachuelos-, seres femeninos que encarnaban la divinidad del curso de agua que habitaban. La esencia de una náyade estaba vinculada a su masa de agua, de forma que, si ésta se secaba, ella moría y en su calidad de ninfas, las náyades eran mortales, pero dotadas de gran longevidad. En la antigüedad, los “hombres del agua” eran los encargados de desarrollar la ingeniería hidráulica con el fin de dominar el agua.
Pasando de los mitos a la realidad actual, debemos ser conscientes de que, en un alto número de países, las mujeres son las que se enfrentan cada día a los obstáculos para acceder al agua potable. En la mayor parte de los casos, la fuente de agua está muy alejada de sus viviendas, el terreno es accidentado e incluso el suministro es insuficiente para el número de miembros de la familia. El agua está vinculada con el trabajo cotidiano que les ha sido asignado para mantener a sus familias y, además, millones de niñas en el mundo tienen que asumir las tareas domésticas e ir a recoger agua todos los días.
Por otra parte, el acceso al agua potable y a un saneamiento adecuado, que en los países más desarrollados parecen tan normales, son decisivos para que las niñas en los países en desarrollo vayan a la escuela. Son muchos los países en los que las escuelas no tienen condiciones higiénicas adecuadas, un suministro de agua seguro y unas instalaciones sin averías. Si bien esta situación afecta a los niños de todas las edades, un saneamiento inadecuado perjudica especialmente a las niñas, a muchas de las cuales empuja a abandonar la escuela por falta de privacidad, de seguridad y de respeto a su dignidad.
Las náyades son semidiosas que habitan en las brillantes y frescas aguas de las antiguas civilizaciones griegas.
A pesar del papel protagonista de la mujer en el abastecimiento de agua, aquella sigue siendo relegada a un segundo plano en los debates sobre el agua y en los procesos de toma de decisiones, tanto en el ámbito comunitario, como en el nacional e internacional. No solamente llama la atención su baja participación, sino la forma, es decir, se les consulta su opinión, pero participan poco como técnicas o gestoras del agua.
Existe el concepto generalizado de que la ciencia es un campo de hombres. Y, aunque no sea cierto, la mayoría de las figuras científicas que han pasado a la historia sí que lo son. Todo ello a pesar de que Ellen Henrietta Swallow Richards (1842 - 1911) ha sido considerada la madre de la ingeniería ambiental. En sus estudios sobre la calidad del agua de Massachusetts acuñó el concepto de "higiene ambiental", base de la ecología moderna, y desarrolló métodos de análisis que se siguen utilizando en la actualidad.
A lo largo de la historia, la mujer ha demostrado una gran capacidad para buscar soluciones armoniosas con el medio natural y constituir “redes solidarias”, solidaridad que constituye hoy en día uno de los principios de la gestión del agua. En estudios realizados a lo largo de más de dos décadas, se ha llegado a la conclusión de que el papel desempeñado por las mujeres en el sector del agua implica mejoras sustanciales en el liderazgo, transparencia y sostenibilidad de los suministros de agua. De hecho, en una evaluación realizada por el Banco Mundial, se demostró que el simple hecho de involucrar a las mujeres, puede aumentar la efectividad de los proyectos hídricos en seis o siete veces respecto a los que no lo hacían.
Mujeres y niñas de todo el mundo pasan 200 millones de horas al día buscando agua
Cualquier política pública sobre el agua debe incorporar una perspectiva de género para asegurar su sostenibilidad, por ejemplo, mediante la sensibilización sobre las diferencias en los roles de género y la toma en consideración de la opinión de las mujeres durante los procesos de planificación. Así mismo, es necesario aumentar la participación de las mujeres en las políticas sectoriales, planificación y desarrollo de proyectos relacionados con el agua, aportando sus conocimientos como técnicas o gestoras.
Es hora de pasar de la imaginería a la realidad, de las náyades a las gestoras del agua, reconociendo a la mujer como un agente crucial de cambio, y a la igualdad y equidad de género como elementos esenciales para lograr el desarrollo sostenible, eliminar la pobreza y hacer valer los derechos humanos. Los medios de comunicación deben dar voz a mujeres que representen un modelo a seguir para muchas otras en el sector del agua.
Fuente:
Agustina López Martín
Febrero, 2020