Fundación Aquae: 4. CALENTAMIENTO GLOBAL, AGUA Y CAMBIO CLIMÁTICO

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

El Agua

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En 1992, en Río de Janeiro, se asumió la cuestión del calentamiento global como un problema mundial y hoy existe práctica unanimidad en que es un hecho que hay que abordar. Eso explica el éxito de la Cumbre del Clima de París (COP21) al que después me referiré.

La mayoría de los científicos coincide en señalar que el origen del calenta- miento es antropogénico, es decir, a causa de los efectos de la actividad humana en la tierra. El calentamiento global ha ido en aumento desde la Re- volución Industrial.

De hecho, en los últimos años cada ejercicio va registrando temperaturas récord, tanto en los meses de verano como de la temperatura media anual; por lo menos desde 1850, año desde el que se dispone de registros fiables de temperaturas.

Si la humanidad no consigue contener el calentamiento del planeta, las per- turbaciones sobre el clima podrán tener un efecto devastador para nuestros ecosistemas y, por tanto, para nuestra existencia.

4.1. Los GEI y el calentamiento global

La causa del calentamiento global es la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI). Los GEI con mayor presencia en la atmósfera son: vapor de agua, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y los clorofluorocarbonos.

Vaya por delante que el efecto invernadero es esencial para que en la Tierra pueda existir vida, ya que este fenómeno evita que el ecuador del planeta tenga una temperatura media de -10 oC. Por tanto, el efecto invernadero, que 

consiste en la retención de una parte de la energía solar vertida en la Tierra y absorbida por los GEI contenidos en la atmósfera, es vital para nuestra existencia.

El vapor de agua es el principal responsable del efecto invernadero, de he- cho se le atribuye un 70% de dicho efecto. Funciona como un gas que actúa retroalimentándose con el clima, de manera que a mayor temperatura más vapor, más nubes y más precipitaciones.

El vapor de agua actúa en la atmósfera como una especie de distribuidor de calor, pues las moléculas de agua de la atmósfera atrapan el calor que pro- viene de la energía solar que rebota en la Tierra, y lo distribuyen por toda la superficie terrestre.

El vapor de agua es la esencia del ciclo hidrológico que alimenta y evapora mares y océanos, con el proceso de evaporación, transpiración, condensa- ción y precipitación.

El ser humano no tiene influencia sobre este gas, pues no existe forma de modificarlo en grandes cantidades mediante la actividad humana, pero si la temperatura aumenta como consecuencia de otros gases sí que puede pro- ducir alteraciones en el ciclo hidrológico.

El resto de los gases tiene mucho que ver con la actividad humana, y la re- ducción de sus emisiones ya fue acordada en 1997 en Kioto, pues la activi- dad antrópica tiene una clara incidencia en las emisiones.

En el gráfico 7 se puede observar la importancia de cada uno de los GEI en la atmósfera.

Gráfico 7. GEI - Composición (excl. vapor de agua)

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El gas más importante, después del vapor de agua, es el dióxido de car- bono (CO2). Supone el 76% del total de los GEI (excluyendo el vapor de 

agua). Se libera en procesos naturales como la respiración y en erupciones volcánicas. Las actividades humanas que liberan CO2 son: la quema de combustibles fósiles, un 85% de nuestro sistema energético corresponde a combustibles fósiles; otro efecto nocivo es la deforestación y el cambio en el uso de los suelos, ya que los árboles son cruciales en la absorción de los GEI, y las zonas selváticas y boscosas son auténticos sumideros de carbono, de ahí la importancia de volcar la tecnología a la agricultura para aumentar la productividad de la tierra y no recurrir a deforestaciones o no- civos cambios de uso.

La vida en las ciudades genera más emisiones que la vida rural. De hecho, ya concluimos que la huella hídrica de un urbanita es mayor que la de un habitan- te rural. Lo mismo ocurre en términos de emisiones de GEI. Así, un estadou- nidense genera una tonelada de CO2 cada 2 semanas, un europeo genera una tonelada de CO2 cada mes, y un hindú precisa de un año para emitir una to- nelada de CO2.

Debe tenerse en consideración que en 2050, el 66% de la población vivirá en zonas urbanas. Es decir, un total de 6.300 millones de almas.

Se estima que desde el inicio de la Revolución Industrial hasta nuestros días la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado un 43%. El CO2 per- manece en la atmósfera entre 100 y 500 años.

El metano (CH4) es el otro gas que, a pesar de hallarse en menor proporción que el CO2, también tiene su importancia pues su potencial de calentamiento equivale a 21 veces al del CO2. En contrapartida, se mantiene en la atmósfera entre 7 y 12 años. Por tanto, las medidas paliativas en cuanto a su emisión pueden tener efecto en breve plazo, si lo comparamos con el CO2.

El metano tiene origen natural y es el resultado de actividades humanas. Se genera en actividades agrícolas y ganaderas y en el manejo de gran diver- sidad de residuos. A raíz del calentamiento global, grandes masas de me- tano congelado en los fondos marinos y tundras siberianas se liberarán a la atmósfera.

4.2. Los efectos del calentamiento global en los ecosistemas y en el de- sarrollo económico

Se pueden enumerar algunos de los impactos como consecuencia del calentamiento del planeta:

  • Fusión de hielos y aumento del nivel del mar: en las dos últimas décadas, el nivel del mar ha subido 8 cm, pues los océanos absorben el 90% del calor provocado por las emisiones de los GEI, y ello contribuye al des- hielo polar.

  • Diversos estudios pronostican que en 100 años el nivel del mar habrá au- mentado entre uno y tres metros, dejando cubiertas de agua zonas donde residen más de 2.000 millones de personas.

  • Pérdida de salinidad de los mares, como consecuencia de la entrada masiva de agua dulce por la fusión de los hielos. Este fenómeno podría provocar fuertes alteraciones climáticas, sobre todo, en Europa como re- sultado de una cierta desviación de la corriente del Golfo, ya que esta corriente asegura un clima cálido a Europa, considerando la latitud en que se encuentra.

  • Acidificación de océanos y mares: la mayor parte del CO2 emitido acaba en los océanos, si le añadimos el resto de los GEI y la liberación de me- tano de los suelos submarinos, con un impacto fatal para la flora y fauna marina.

  • Los procesos de desertificación se aceleran en zonas de gran extensión del planeta, como el Sahel, Siria, Pakistán, y la ampliación de grandes desiertos (Sahara, Gobi y Kalahari). Cada año se pierden millones de hec- táreas “verdes” por deforestación como consecuencia de incendios. No podemos perder de vista la importancia de selvas y bosques como gran- des sumideros de CO2.

  • El cambio climático se hace evidente: se agudizan las situaciones climá- ticas. Las sequías son más extremas y duraderas. Lo mismo ocurre con las lluvias, pues se presentan con una importante virulencia y de forma torrencial. También cada año se bate el récord de temperatura media respecto al año anterior. De ahí, la importancia de disponer de adecua- das infraestructuras para hacer las ciudades más resilientes.

  • Impacto económico del cambio climático: se han realizado diversas es- timaciones del impacto del cambio climático como consecuencia del calentamiento global y es evidente que no resultará neutro en nuestras economías.En el mapa 3 “Impacto económico del cambio climático año 2100” pue- de observarse la predicción para el año 2100 del impacto mundial del

  • cambio climático. Obsérvese que, de nuevo, las zonas de mayor estrés hídrico y presión demográfica sufrirán los mayores impactos económicos en términos de pérdida de PIB.Cuando miramos en el mapamundi los tres vectores —estrés hídrico, pre- sión demográfica e impacto económico del cambio climático—, se en- tienden perfectamente las previsiones de fuertes movimientos poblacio- nes que se avecinan en el siglo XXI, que alguien ya ha etiquetado como el de “los refugiados climáticos”.

  • 4.3. Actuaciones y pronósticosA finales de 2015 tuvo lugar, en París, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP- 21). La reunión terminó con la adopción del Acuerdo de París que establece el marco legal de lucha contra el cambio climático a partir de 2020.El objetivo fundamental del acuerdo fue garantizar que la temperatura no au- mente más de 2 oC (medido desde la etapa preindustrial). En la actualidad se sitúa alrededor de 0,8 oC en aumento computado. Asimismo da un tratamien- to diferencial a los países en desarrollo respecto a los países desarrollados. Este era un elemento clave para conseguir adhesiones a los acuerdos.A principios de noviembre de 2016 se consiguió la entrada en vigor del acuerdo, pues de los 195 países que se adhirieron, 100 países ratificaron su adhesión.¿Será suficiente el Acuerdo de París para revertir la situación del calentamien- to global y cambio climático? Esta es la gran pregunta que emerge cuando comprobamos la tensión que pueden generar los impactos climáticos, con la predicción demográfica y las dificultades derivadas del estrés hídrico.Los más optimistas creen que supone un inicio para racionalizar el desarrollo económico y estructurar una vida más acorde con el medio ambiente. Cabe reconocer el éxito del acuerdo por el número de adhesiones (195 países).También hay escepticismo por parte de algunos, aquellos que se asocian al al- goritmo TL2 (Too Little, Too Late; demasiado poco, demasiado tarde). Es decir, hacemos muy poco para reducir las emisiones y ya hemos llegado tarde.Es posible que tarde y mal, pero debemos intentar minimizar los efectos del cambio climático y, a su vez, prepararnos para soportarlos como consecuen- cia de las situaciones que no se hayan podido revertir.

  • Es difícil cerrar este apartado sin una referencia a Stephen Emmott, científico de Cambridge, que ha publicado un libro con el título Diez mil, que predice el comportamiento del planeta como consecuencia del impacto del cambio climático, la escasez de agua y las dificultades de alimentación, etc. Llega a la conclusión de que el planeta se colapsará cuando seamos 10.000 millones de habitantes, cifra que alcanzaremos a mediados del siglo XXI, alrededor de 2050. El autor plantea un escenario dantesco, que nos debe servir de re- flexión sobre lo que podemos esperar en las próximas décadas.

  • Mapa 3. Impacto económico del cambio

  • Fuente:

    1. Autor: Albert Martínez LacambraSetiembre 2017

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